Por qué proteger la capa de ozono también ha reducido el calentamiento global

Dejar de emitir ciertos gases que destruyen el ozono de la estratosfera ha servido entre otras cosas para frenar el calentamiento global. Estas son las razones.

Mario Picazo

Mario Picazo

La acción contra el cambio climático funciona y buena prueba de ello, es el esfuerzo que en su día hicimos los humanos para preservar la capa de ozono estratosférico que nos protege de los nocivos rayos ultravioleta que llegan del sol. Ahora la ciencia ha demostrado que ese esfuerzo, no solo nos ha protegido del sol, también ha contribuido a controlar el calentamiento global del planeta.  

Montreal 1987: un protocolo histórico que ha marcado la diferencia

En 1987 se firmó el protocolo de Montreal para eliminar la emisión de ciertos productos químicos derivados de la actividad humana. En lo alto de la lista de los 96 productos perjudiciales para el ozono se encontraban los Clorofluorocarbonos (halocarbono) compuestos utilizados con frecuencia durante los años 80 en sistemas de refrigeración de neveras o aires acondicionados. También aparecían con frecuencia en disolventes, espumas y otros productos de alimentación.

Las latas de spray han utilizado durante años sustancias capaces de destruir las moléculas de ozono atmosférico. Hoy los sistemas de spray y refrigeración basados en sustancias como los clorofluorocarbonos se han sustituido por otras.

Eliminar muchos de estos elementos químicos era fundamental para evitar el colapso de la capa de ozono terrestre, un escenario que hubiera tenido un gran impacto entre otras cosas sobre la biodiversidad, el clima, la agricultura y la salud humana.   

La importancia del ozono estratosférico para regular el clima terrestre

El Protocolo de Montreal también ha tenido beneficios colaterales a la hora de mitigar el cambio climático. Por una parte, las sustancias que destruyen la capa de ozono son también gases eficaces a la hora de amplificar el efecto invernadero que aumenta la temperatura terrestre.  

Por otra, si dejamos que llegue más radiación ultravioleta a la superficie terrestre, promovemos el deterioro de la vegetación. Un estudio publicado en la revista Nature, muestra como gracias a esa importante reducción de gases nocivos para el ozono, se ha conseguido proteger la vegetación y con ello reducir el calentamiento global. Al proteger la capa de ozono, se protege la superficie vegetal del planeta formada por bosques y plantas, de manera que sufren menos el impacto de la radiación ultravioleta.

Proteger la vegetación de planeta de los nocivos rayos ultravioleta que absorbe el ozono estratosférico es fundamental para absorber grandes cantidades de CO2.

Proteger nuestra vegetación, supone a la vez mantener el ritmo fotosintético del planeta o lo que es lo mismo, mantener el ritmo de absorción de dióxido de carbono (CO2) a través de la biosfera, que solo a nivel terrestre, cada año se encarga de eliminar 2000 toneladas de CO2.

El calentamiento global se habría amplificado con una capa de ozono más deteriorada

Desde 1987 con la firma del Protocolo de Montreal se ha conseguido de manera progresiva mejorar la situación del agujero en la capa de ozono que se formaba en el Polo Sur. En reciente estudio liderado por Paul Young, científico de la Universidad de Lancaster en el Reino Unido, se concluye que sin el Protocoló de Montreal, habríamos acumulado entre un 40 y un 50 por ciento más de CO2. Traducido a temperatura, quiere decir que hoy tendríamos 2.5 grados más de calentamiento global. 

Si no se hubiera firmado el protocolo de Montreal, habríamos acumulado entre un 40 y 50 % más de CO2 aumentando el calentamiento global 2.5 grados centígrados.

No solo eso, el exceso de radiación ultravioleta habría tenido un serio impacto sobre la biodiversidad y la salud humana debido al aumento de la exposición a esa radiación ultravioleta que no es nada favorable para nuestra piel. 

Monitoreando los niveles de ozono estratosférico con precisión

Para conocer con detalle como evolucionan los niveles de ozono en la atmósfera terrestre y en especial en la estratosfera, el Servicio de Vigilancia Atmosférica de Copernicus (CAMS) sigue de cerca el estado del agujero en la capo de ozono que aparece todos los años durante la primavera austral. También observa la capa de ozono global que protege la Tierra de la radiación solar ultravioleta.

Durante la temporada de primavera del hemisferio sur (agosto-octubre), el agujero de ozono sobre la Antártida aumenta de tamaño, alcanzando un máximo entre mediados de septiembre y mediados de octubre. Cuando las temperaturas en la estratosfera comienzan a subir a finales de la primavera del hemisferio sur, el descenso de los niveles de ozono se ralentiza y el vórtice polar se debilita. Para finales de diciembre los niveles de ozono vuelven a la normalidad. Desde que se prohibió el uso de los halocarbonos, la capa de ozono se ha ido recuperando lentamente y los datos muestran claramente una tendencia a la disminución del área del agujero de ozono. Fuente: CAMS

Este año el CAMS ha estado monitorizando de cerca la evolución del agujero de ozono sobre la región antártica. Los datos publicados revelan que el agujero de ozono sobre el Polo Sur ahora abarca una superficie superior a la de Antártida. 

Tras registrar un arranque bastante normal, el agujero de ozono de 2021 ha crecido de forma notable en la última semana y ahora supera en un 75 % el área de otros agujeros en esta fase de la temporada según datos que se remontan a 1979.