¿Por qué las tormentas también conllevan un riesgo de incendio?

El sol y el calor elevan el riesgo de incendios el verano, pero así es como una tormenta también supone un peligro para que nuestros bosques ardan.

Irene Santa

Irene Santa

Las altas temperaturas y el suelo seco tras días sin lluvia disparan el riesgo de incendios forestales en España durante los días de verano.

A la hora de determinar el riesgo de incendio hay que tener en cuenta dos factores distintos: la probabilidad de que se inicie y la facilidad de propagación en caso de que se produzca. Las tormentas pueden provocar que, precisamente, se inicie un fuego si cae un rayo sobre la masa forestal, especialmente si está muy seca.

Tormentas secas

Lo que distingue a las tormentas de los chubascos genéricos es la ocurrencia de fenómenos eléctricos. Por lo general el aire no es conductor de la electricidad, hasta que el campo eléctrico es tan grande que se produce la llamada «ruptura dieléctrica», de forma que el aire pasa a ser conductor de la electricidad, por lo que se pueden producir descargas o rayos.

En ocasiones, sobre todo durante el verano, las nubes de tormenta pueden desarrollarse sin tener demasiada humedad en la zona inferior y, por tanto ser una tormenta con precipitaciones escasas, es lo que se conoce como «tormenta seca». Sin embargo, pueden dar lugar a rayos y, con fuertes rachas de viento asociadas a las corrientes descendientes de la nubes, provocar primero el inicio y luego la propagación del fuego.

Incendio tardío: rayos latentes

Los rayos latentes o dormidos también pueden ser responsables de la ignición de los árboles. Sabemos que en caso de tormenta es peligroso refugiarse bajo un árbol porque, al sobresalir éste del terreno, es más probable que reciba la descarga eléctrica. Cuando un rayo cae sobre un árbol, puede entrar a través del tronco y llegar hasta las raíces, sin recibir el oxígeno suficiente para su combustión. De esta manera, el rayo puede permanecer «dormido» o guardado, con una combustión mucho más lenta en el interior y, si cambian las condiciones, puede prender de forma súbita e inesperada, provocando un incendio.

En este caso, el incendio puede comenzar incluso un día o dos después de la propia tormenta, por lo que puede ser especialmente peligroso y la vigilancia forestal resulta determinante para frenarlo a tiempo.

VÍDEO: ¿CÓMO SE FORMAN LOS RAYOS Y LAS TORMENTAS?