¿Por qué huelen las flores?

El olor de las flores cumple una función esencial en la polinización y supervivencia de las especies de plantas.

Pablo Ramos

Pablo Ramos

El olor de las flores cumple una función esencial en la polinización y supervivencia de las especies de plantas. 

La primavera es el periodo del año en el que la naturaleza muestra su esplendor y mayor colorido y las flores son su máximo exponente. Además, también es la época en la que se captan cientos de olores. Un olor que además de resultar llamativo, es esencial en la biodiversidad.

¿A qué huelen las flores? ¿Y por qué? El olor de las flores cumple un papel fundamental en la supervivencia de la especie. De hecho, los olores de las flores forman parte de una estrategia de reproducción y propagación de las semillas de estas plantas.  Así, los aromas que emiten son fundamentales para perpetuar su especie ya que es una forma de llamar la atención de insectos y animales. 

El aroma de una rosa contiene hasta 400 sustancias químicas diferentes

En concreto, el olor y el aroma que desprenden las flores y las plantas, son una especie de llamada, reclamo o señal adaptada al polinizador conveniente para cada especie. En algunos casos es un olor dulce y agradable y en otros, un olor mucho más intenso y más repulsivo para las personas.  Así, cada planta emana un olor distinto para competir con otras flores a la hora de atraer a los polinizadores que mejor le vienen a su especie para su reproducción.

Estrategia de reproducción

Estos aromas se componen de una gran y diversa cantidad de productos químicos que se evaporan fácilmente y flotan en el aire. El tipo de químico, su cantidad y su interacción con otros químicos le dan a la flor su aroma único. Por ejemplo, el aroma de una rosa contiene hasta 400 sustancias químicas diferentes.

Hay que recordar que las flores son el camino elegido por las plantas para producir sus semillas que les permitirá continuar la especie. Y aunque muchas plantas pueden autopolinizarse, otras especies necesitan de otra planta de la misma especie, lo que se denomina polinización cruzada.

Se estima que las abejas son las responsables de más del 60% de la polinización a nivel mundial

Este tipo de polinización en muchas ocasiones se produce gracias al viento y la gravedad que arrastra los granos de polen y los deposita en la planta de la misma especie. Sin embargo, otro de los métodos más frecuentes en la naturaleza son los animales e insectos polinizadores cuya función es fundamental ya que pueden transportar el polen del estigma de una flor al óvulo de otra flor mientras buscan alimento. 

Un factor clave en la biodiversidad

Por ejemplo, en el caso de las abejas, recurren al polen para conseguir alimento y fabricar la miel y en ese viaje, transportan el polen de flor en flor y de planta en planta, lo que favorece la polinización. De hecho, se estima que las abejas son las responsables de más del 60% de la polinización a nivel mundial y de especial importancia especialmente en la agricultura. 

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No obstante, hay que tener en cuenta que otros animales como pájaros, murciélagos, insectos o incluso pequeños roedores también trasladan polen de una flor a otra. Y cambio de este trabajo, estos animales reciben el néctar de las flores, con la energía, nutrientes y proteínas que aporta el polen de muchas plantas.

Con ello, una vez polinizada, la flor deja de producir un aroma floral y néctar y redirige su energía al embrión fertilizado que se convertirá en la semilla. Y continuar así, el ciclo de la vida.


**Este artículo es original de The Conversation con una licencia de Creative Commons. Richard L.Harkess , profesor de floricultura y horticultura ornamental, Universidad Estatal de Mississippi. Lea el artículo original