¿Por qué hay tantas tormentas con granizo en verano? ¿Hay más ahora?

Las tormentas son mucho más frecuentes en verano que en invierno, y muchas van acompañadas de granizo

Mar Gómez

Mar Gómez

Aunque a veces pensemos lo contrario, las tormentas son mucho más habituales durante los meses de primavera y verano que en invierno. En muchas ocasiones, estas tormentas -que son una de las manifestaciones más poderosas de la naturaleza- producen inundaciones, lluvias torrenciales, daños en cultivos y fuertes rachas de viento.

Muchas de estas tormentas vienen en ocasiones acompañadas de aparato eléctrico, fuertes precipitaciones e incluso granizo. Y esta secuencia es bastante habitual durante los meses de verano. En invierno, aunque no imposible, es mucho más inusual que se produzcan tormentas con granizo.

Pero, ¿a qué se debe? Todo se basa en los ingredientes que se necesitan para que se produzcan y el calor presente en los meses de verano es fundamental.

La receta de una tormenta de verano «perfecta»

Además de calor hay otros elementos necesarios cumplir en la receta para una tormenta perfecta: como inestabilidad, humedad y aire más frío en las capas más altas. Como toda receta, estos ingredientes pueden mezclarse de forma diferente y dar lugar a distintos tipos de tormentas. No existen dos iguales y cada una tendrá sus propias características.

Cuando en un día de verano se calienta la superficie terrestre, también lo hace el aire que se encuentra junto a ella. Este aire caliente es menos denso y pesa menos, por lo que se ve forzado a ascender.

A medida que asciende, si en las capas superiores se encuentra con aire aún más frío del habitual, el vapor de agua presente en la masa de aire se condensa y comienza a formar las nubes.

Esta es la receta de la tormenta «perfecta»: inestabilidad, humedad y aire más frío en las capas más altas

Este vapor de agua puede condensarse alrededor de núcleos de condensación (polvo, polen, partículas en suspensión, etc.) y empezar a formar las gotitas de agua que darán lugar a la precipitación.

Pero además estas nubes suelen tener mucho desarrollo vertical y alcanzar grandes alturas, en ocasiones hasta la tropopausa (10-12 km en nuestra latitud). Tan enormes son, que muchos aviones tienes que sortearlas porque no pueden atravesarlas ni pasar por encima.

Con tal dimensión, es habitual que en su interior se generen corrientes ascendentes y descendentes. Estas corrientes arrastran las gotitas de agua que hay en la parte inferior hacia la superior de modo que a grandes alturas comienzan a congelarse.

Cuando vuelven a bajar arrastran las gotitas de agua, que vuelven a ascender congelándose, formando así la piedra de granizo.

La composición del granizo

Precisamente estos ascensos y descensos dentro de la nube van a generar la piedra de granizo. Si tomamos una de estas piedras y la cortamos por la mitad podremos ver varias capas como en una cebolla.

Cada una de esas capas nos indica uno de los movimientos ascendentes y descendentes dentro de la tormenta.

tormentas con granizo

¿Y los rayos? ¿Cómo se producen en una tormenta?

Lo primero que necesitamos para que se produzca un rayo -descarga natural que se genera entre las nubes y la superficie terrestre- es una nube de tipo tormentoso, el cumulonimbo.  Los rayos se producen por la interacción entre las partículas positivas y negativas. ¿Pero cómo se electrifica una célula tormentosa?

Por encima de los 5000 metros de altura, las partículas de granizo formadas chocan con cristales de hielo y adquieren carga positiva y estos últimos carga negativa. Por debajo de esa altura, ocurre lo contrario.

Rayos alcanzando tierra durante una tormenta eléctrica.

De esta forma, los cristales de hielo presentes dentro del cumulonimbo y más ligeros que el granizo son arrastrados hacia la cima de cumulonimbo formando una región de carga positiva entre los 8 y 10km de altura mientras que a unos 5 km de altura se acumula la carga negativa.

Así hay un polo positivo en la cima y uno negativo en la parte inferior.

Como consecuencia se producen una diferencia de potencial eléctrico tanto dentro de la nube (donde pueden producirse rayos) como fuera, ya que la tierra se carga positivamente y se produce una descarga eléctrica: el rayo.