Miles de incendios para alimentar el cambio climático

¿Cuánto aumentará la concentración de esos gases efecto invernadero debido a los incendios, y por lo tanto el calentamiento global?

Mario Picazo

Mario Picazo

Los gases liberados amplifican el efecto invernadero del planeta

El año 2019 está siendo uno en el que más incendios se han registrado en el planeta. Desde los bosques del Ártico, hasta el Amazonas y las densas selvas africanas, miles de incendios avanzan sin control cada día.

Han devorado hectárea tras hectárea de vegetación, pero a la vez, han inyectado a la atmósfera miles de millones de toneladas de gases contaminantes como el dióxido de carbono.

Esa es precisamente una de las cuestiones que más preocupa a la comunidad científica, ¿Cuánto aumentará la concentración de esos gases efecto invernadero debido a los incendios, y por lo tanto el calentamiento global? 

En las regiones tropicales del planeta los incendios son ya algo habitual y este año los hemos visto cada mes con mayor o menor frecuencia. El verano, sin embargo, está siendo especialmente crítico en el Amazonas y África.

El sensor MODIS a bordo del satélite Aqua de la NASA, detecta las grandes nubes de humo procedentes de los incendios que este pasado mes de agosto se extendían por el Amazonas.

Países como Brasil, Perú, Bolivia y Paraguay se han llevado la peor parte. Entre el 1 y el 24 de agosto, la región registraba cerca de 4,000 incendios detectados por los satélites de la Agencia Espacial Europea y la NASA.

En África, la situación puntualmente ha sido aún más crítica. Durante 2 días en agosto, Angola registraba 6.902 incendios y la República Democrática del Congo 3.395 en comparación con los 2.127 de Brasil. Haciendo marcha atrás hasta junio, los datos de satélite, mostraban cómo en una sola semana ardían simultáneamente cerca de 250.000 incendios en África. 

Una función similar tienen los satélites Sentinel, una flota de satélites de la Agencia Espacial Europea (ESA) diseñados para entregar imágenes y datos del medio ambiente. El satélite Sentinel 2 tiene además una gran cobertura y alta resolución con 13 bandas espectrales para evaluar el suelo y la vegetación.

Cada año los incendios inyectan en la atmósfera terrestre unos 8.000 millones de toneladas de dióxido de carbono

Satélites como el Terra o el Aqua de la NASA, llevan a bordo desde 2002, un instrumento llamado MODIS (Espectro-Radiómetro de Imágenes de Resolución Moderada), y está siendo fundamental para la detección de incendios.

Gracias a este sensor, no solo se localizan incendios en zonas remotas donde antes era imposible, también se puede cuantificar la cantidad de humo procedente de cada incendio, y por lo tanto la concentración de gases que estos emiten a la atmósfera. 

El Amazonas es la mayor selva del planeta y juega un papel fundamental regulando el clima terrestre.

La selva amazónica cubre la asombrosa cifra de 550 millones de hectáreas, pero mucha de esa superficie está perdiendo su capacidad de absorber dióxido de carbono. Esa reducción, no solo está relacionada con que haya menos árboles debido a la deforestación que se produce a marchas aceleradas.

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Desde el inicio de este siglo, los árboles en el Amazonas, se han estado muriendo a un ritmo cada vez mayor, lo que ha convertido a esta masiva jungla en un sumidero de CO2 más débil.

Si a esa discapacidad que empiezan a tener los árboles absorbiendo dióxido de carbono, le sumamos el aumento de gases efecto invernadero procedente de todos los incendios del planeta, la señal de calentamiento se amplifica por doble partida.  

Concentración de aerosoles calculada por CAMS para el 3 de septiembre de 2109. Las concentraciones más elevadas en rojo, coinciden en algunos casos, con grandes incendios sobre todo en el Amazonas, África tropical y el Sudeste Asiático. Fuente: Copernicus

Muchos de los incendios se producen por la tala, quema u otras actividades humanas en nuestros bosques y zonas próximas, pero un buen número de ellos están directamente relacionados con el cambio climático.

En el oeste de Estados Unidos o Canadá, o incluso en algunas zonas de Europa, la meteorología cada vez más errática relacionada con el nuevo clima que vivimos ha desencadenado algunos de los incendios más devastadores de los últimos años.

El incendio Thomas en Ventura, California, Estados Unidos, el 5 de diciembre de 2017. Capado por los sensores del Sentinel-2 de la Agencia Espacial Europea.

Primaveras muy lluviosas que favorecen el crecimiento de vegetación, seguidas de veranos muy secos y con frecuentes olas de calor, que además se extienden hasta bien entrado el otoño.

Esos son algunos de los escenarios que cada vez vivimos con mayor frecuencia en diferentes zonas del planeta. Son escenarios provocados por el cambio climático y su influencia en elementos fundamentales de la circulación de la atmósfera y los océanos. 

Los bosques juegan un papel crucial a la hora de regular el clima de la Tierra. No solo porque absorben grandes cantidades de gases que calientan el planeta, sino porque ayudan a regular el ciclo hidrológico y a mantener el equilibrio en un sinfín de ecosistemas.

A nivel global absorben 2.400 millones de toneladas de carbono cada año, pero si los reducimos, a la vez que aumentamos la concentración de gases como el dióxido de carbono en la atmósfera, las cuentas para evitar que el calentamiento del planeta no siga aumentando, no saldrán. 

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