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Smog

¿Qué es el smog?

El smog es una forma de contaminación originada a partir de la combinación del aire con partículas en suspensión junto con sustancias contaminantes presentes en la atmósfera. También se conoce con el nombre de “niebla contaminante”.

Aparece en periodos prolongados de altas presiones (anticiclónicos) que favorecen las inversiones térmicas que provocan el estancamiento del aire y, por tanto, la permanencia de estos contaminantes en las capas más bajas de la atmósfera.

En consecuencia, se considera smog cuando el ambiente es brumoso, adquiriendo tonalidades grisáceas o incluso amarillentas y puede observarse desde la distancia sobre zonas muy contaminadas, como las zonas industriales, principalmente. Además, son frecuentes los olores característicos en estas zonas gracias a la presencia de sustancias nocivas.

El término “smog” es el resultado de la unión de las palabras inglesas smoke (humo) y fog (niebla). Por tanto, es una mezcla química de niebla y humo.

Según su origen y composición, podemos diferenciar entre 2 tipos de smog: smog fotoquímico y smog sulfuroso.

¿Qué es el smog fotoquímico y cómo se origina?

El smog fotoquímico (o niebla fotoquímica) es el resultado de una serie de reacciones fotoquímicas que tienen lugar en la troposfera en las que intervienen tanto contaminantes primarios (emitidos directamente a la atmósfera) como secundarios, y en presencia de radiación solar.

Los fotones de la luz solar al chocar en la atmósfera con moléculas de distintos agentes contaminantes desencadenan diferentes reacciones químicas. Los contaminantes primarios se convierten entonces en otros productos químicos nocivos.

Como contaminantes primarios tenemos los óxidos de nitrógeno (NOX), el monóxido de carbono (CO) y otros compuestos orgánicos volátiles (COVs). El principal contaminante secundario que se forma en la troposfera y que es clave para la formación del smog fotoquímico es el ozono troposférico, también conocido como “ozono malo”.

Los NOX se generan en los procesos de combustión, siendo el transporte por carretera su principal fuente de emisión. Por su parte, los COVs se emiten a partir de diversas actividades: tráfico rodado, refinerías, pintura, limpieza en seco de tejidos y otras actividades en las que se empleen disolventes. Estas sustancias también pueden tener un origen natural a partir de los procesos biogénicos de la vegetación.

Todas estas sustancias reaccionan en la troposfera gracias a la luz solar, dando lugar a la formación de ozono.

Como hemos dicho, la luz solar es un factor determinante para la formación del smog fotoquímico, y es por ello por lo que la formación de esta bruma es más habitual durante el verano. Además, los niveles de estas sustancias que la componen son mayores en las horas centrales del día, disminuyendo notablemente por la noche.

Este fenómeno es fácilmente observable sobre las grandes ciudades durante situaciones anticiclónicas prolongadas, ya que gracias a la inversión térmica se impide la dispersión de los contaminantes, creándose una “boina” de contaminación sobre ellas.

¿Qué es el smog sulfuroso y cómo se produce?

El smog sulfuroso, también conocido como smog industrial, smog ácido o smog húmedo, es el resultado de la contaminación atmosférica producida por los óxidos de azufre.

Estas sustancias proceden principalmente de la combustión del carbón, y al reaccionar con el vapor de agua de la atmósfera, forman ácido sulfuroso (entre otras partículas en suspensión).

Además, cuando llueve, estos compuestos de azufre son precipitados hacia la superficie en forma de lluvia ácida, muy perjudicial para el medio ambiente.

A diferencia del smog fotoquímico, este tipo de smog es más común en zonas no tan calurosas y con alta humedad.

El smog sulfuroso supuso un fenómeno característico en grandes ciudades como Londres o Chicago a mediados del siglo XX. No obstante, en la actualidad es mucho menos común en las zonas más desarrolladas gracias a un mejor control de la quema de estos combustibles precursores. Todavía supone un grave problema en otras zonas en vías de industrialización como los países del este de Europa o China.

Consecuencias ambientales del smog

La presencia del smog o bruma contaminante tiene una serie de impactos sobre el medio ambiente.

El primero que podemos percibir es su impacto visual, ya que este “velo” impide ver los distintos paisajes con nitidez durante el día al debilitar la llegada de luz solar; de igual forma, dificulta las noches estrelladas en días despejados. En general, produce una reducción de la visibilidad.

Sin embargo, el mayor problema del smog tiene que ver con su impacto sobre el clima terrestre.

En primer lugar, contribuye al calentamiento global inducido por su efecto invernadero. Aunque también actúa de barrera ante la radiación solar, la presencia de esta capa contaminante impide que el calor emitido desde la superficie escape al exterior, quedando retenido en las capas más bajas de la atmósfera.

Por otro lado, también produce alteraciones en el comportamiento pluviométrico, ya que las partículas que componen el smog provocan un disminución de las precipitaciones. Esto a su vez dificulta la disipación de esta capa contaminante por arrastre, desembocando en una retroalimentación entre la falta de lluvia y la contaminación.

Por último, el smog también tiene un efecto negativo sobre la vegetación. Contribuye al deterioro de las hojas de los árboles y plantas, así como a una reducción del rendimiento de los cultivos al alterar su capacidad de producir y almacenar nutrientes. De este modo, aumenta la vulnerabilidad de las plantas a plagas, a otros contaminantes y a las inclemencias meteorológicas. Además, disminuye la capacidad fotosintética de las plantas.

Impacto del smog en la salud

El smog provoca un deterioro de la calidad del aire. Indudablemente, esto tiene consecuencias en la salud, principalmente afectando al aparato respiratorio y al sistema cardiovascular. Las alteraciones más destacables en la salud serían las siguientes:

  • Irritación de las vías respiratorias y las mucosas, así como de la piel y los ojos.
  • Disminución de la capacidad pulmonar, especialmente al realizar actividad física a alto nivel en el exterior.
  • Puede contribuir a un empeoramiento de enfermedades pulmonares crónicas como el asma, disminuyendo la capacidad de nuestro sistema inmunológico para proteger al sistema respiratorio.
  • Es fácil que empeoren las alergias, especialmente en los días húmedos con la deposición de los contaminantes.
  • La presencia de monóxido de carbono (CO) en el ambiente dificulta el intercambio de oxígeno en la sangre y los pulmones, favoreciendo la aparición de anemias.
  • Otros problemas cardiovasculares derivados de la contaminación que dificulta la entrada de oxígeno por la respiración.