¿Es la lluvia el mejor arma contra la contaminación?

Pablo Ramos

Pablo Ramos

Las condiciones meteorológicas de este otoño han mejorado notablemente los niveles de polución en las ciudades.

El otoño inestable de este año, con lluvia, borrascas, tormentas, fuertes vientos y DANA, ha propiciado que los niveles de contaminación en las grandes ciudades desciendan notablemente. De hecho, justo hace un año, en octubre de 2017, localidades como Madrid o Valladolid sufrieron importantes episodios de polución por el tráfico y la influencia de los anticiclones de aquellos días.

Esos altos niveles de contaminación, especialmente por gases como el CO2, el nitrógeno o el dióxido de azufre, provenientes de coches, camiones e industria, permanecían en el ambiente sin dispersarse ya que la estabilidad meteorológica de esas semanas impedía que los vientos y las precipitaciones limpiaran la atmósfera.

El viento dispersa la contaminación y la lluvia la deposita en los suelos y ecosistemas

“En los episodios anticiclónicos potentes de octubre a marzo es cuando se superan los valores límite de protección a la salud en dióxido de nitrógeno en Madrid y Barcelona”, apuntaba recientemente a Eltiempo.es Xavier Querol, geólogo e investigador del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua, perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Lluvia, disolvente de contaminantes

Sin embargo, la situación en octubre de 2018 ha cambiado bastante. La unión de  lluvias, tormentas y vientos de cierta intensidad ha conseguido renovar la calidad del aire eliminando la contaminación. Este “sistema de limpieza” de la atmósfera es el arma perfecta para su saneamiento ya que las precipitaciones disuelven los gases y la intensidad del aire dispersa los agentes nocivos por el entorno disminuyendo su incidencia. Aunque no por ello hay que descuidar las opciones para reducir la polución en las ciudades durante los días lluviosos y ventosos.
[destacado name=»Calidad del Aire»] “Ambos eventos ayudan a despejar y limpiar la contaminación atmosférica ya que el viento la diluye y la lluvia la deposita en los suelos y ecosistemas”, comenta Querol, quien opina que el viento y su altura juegan un papel incluso «más decisivo que la lluvia en cuanto a limpiar la atmósfera”.

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Los vientos fuertes generalmente se asocian con un sistema de baja presión y suelen ir acompañados de nubes y precipitaciones

Los cambios de presión, borrascas y contaminación 

Esta suma de factores climáticos es la consecuencia de los cambios de presión que influyen en nuestro país en este otoño de 2018 lo que está produciendo la entrada de intensas borrascas con abundante agua y fuertes rachas de viento, como demuestran la virulencia de estos fenómenos en las últimas semanas en Andalucía, Levante y Baleares.

“Los vientos fuertes generalmente se asocian con un sistema de baja presión y suelen ir acompañados de nubes y precipitaciones que pueden ayudar a limpiar el aire”, apunta Christoph Senff, químico atmosférico en la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE.UU. (NOAA).

Además, con en estos eventos, las nubes bloquean la luz solar, que es necesaria para formar ciertos contaminantes secundarios como el ozono, limitando la formación de nuevos agentes nocivos del aire.

VÍDEO: CONSEJOS PARA MEJORAR LA CALIDAD DEL AIRE