Llegan los incendios de sexta generación: incontrolables y más devastadores

Los incendios son cada más intensos y duraderos y que en las próximas décadas lo serán más aún.

Mario Picazo

Mario Picazo

El planeta sigue ardiendo por los cuatro costados, y detrás de este descontrolado avance de las llamas parecen estar los llamados incendios de sexta generación.

A pesar de que los incendios han bajado en número en algunas zonas del planeta, dicen los expertos que los de hoy, duran mucho más y son más intensos. 

Un claro caso ejemplo es el del dramático e intenso incendio en Sierra Bermeja (Málaga) de septiembre 2021. Las lenguas de su fuego fueron especialmente intensas y difíciles de controlar, arrasando rápidamente más de 8.000 hectáreas en terreno andaluz.

La ONG WWF cuenta con un detallado informe que hace referencia a la delicada situación que atraviesa el planeta en materia de incendios. Preocupa y mucho, el impacto que estos van a tener no solo en la población, sino también en la biodiversidad y el clima del planeta.

2019 ha sido uno de los peores años a nivel global por el impacto de grandes incendios forestales. Fuente imagen: Pixabay

En los últimos veranos, España ha protagonizado un gran número de incendios forestales junto con otros países de alrededor del mundo. Así, Grecia, Turquía, España, California o Canadá han sido espectadores de cómo sus bosques ardían. Una tónica que parece que será la que marcara el futuro más próximo.

Por lo tanto, en los últimos años es habitual ver imágenes alrededor del mundo entre llamas. Desde los bosques del Ártico, hasta el Amazonas, las densas selvas africanas, California y Australia, miles de incendios han avanzando sin control.

Los nuevos incendios, de sexta generación, han devorado miles de millones de toneladas de vegetación. Pero, a su vez, han inyectado en la atmósfera otros tantos miles de millones de toneladas de gases contaminantes. Entre ellos, el conocido dióxido de carbono.

En 2019, las emisiones globales de CO2 generadas por incendios forestales sumaron 7.800 millones de toneladas.

Esa, es precisamente una de las cuestiones que más preocupa a la comunidad científica. ¿Cuánto aumentará la concentración de estos gases efecto invernadero debido a los incendios, y por lo tanto el calentamiento global? 

Según WWF, durante los 12 meses del 2019, las emisiones globales de dióxido de carbono (CO2) generadas directamente por incendios forestales alcanzaron los 7.800 millones de toneladas. Es decir, el equivalente a 25 veces las emisiones de CO2 anuales en España.

Así ha ardido el planeta en la última década

Incendios sexta generación
Incendios más devastadores de los últimos años. Fuente imagen: WWF

En el informe de WWF aparece un mapa de incendios globales que pone de manifiesto la nueva era de incendios que estamos viviendo.

Un escenario cada vez más complicado en el que vamos a tener que enfrentarnos a incendios más severos e incontrolables. Fenómenos extremos a lo que algunos expertos llaman «incendios de sexta generación». 

Las consecuencias (por zonas) de los incendios de sexta generación

El Ártico

– El Ártico se está calentando dos veces más rápido que el resto del planeta. El mes de julio de 2019 fue el mes más cálido jamás registrado.

– En verano de 2019 ardieron 5,5 millones de hectáreas.

– Países afectados: Rusia, Alaska, Groenlandia y Canadá.

– 182 millones de toneladas de CO2 emitidas a la atmósfera.

Australia

– El fuego no se cobró solo bosques, también vidas humanas y animales. Se estima que más de 1.200 millones de animales resultaron heridos o muertos.

– En otoño e invierno de 2019 y 2020 ardieron más de 12 millones de hectáreas.

– Fueron incendios de altísima intensidad. Sus bosques ardieron en tormentas de fuego de más de 1.000ºC ( lo habitual es que las llamas no pasen de los 500ºC). A esas temperaturas tan elevadas, los bosques no pueden recuperarse.

Norte y Centro de Europa

– Países afectados: Reino Unido, Irlanda, Finlandia, Letonia, Alemania, Polonia, Suecia o Noruega.

– Los grandes incendios han dejado de ser la excepción para empezar a ser la norma (el verano de 2019 hubo un +40% de incendios en la Unión Europea).

– En 2018, Suecia fue el segundo país con mayor superficie quemada de Europa, sólo por detrás de Portugal. En Reino Unido la superficie forestal afectada fue un 40% superior a la española.

– Durante el mes marzo de 2019 el número de incendios superaba ya la media de todo un año durante la última década. Hubo muchos incendios en regiones montañosas y fuegos críticos en el delta del Danubio.

Amazonia

– Zonas afectadas en Brasil, Bolivia y el Chaco paraguayo.

– En Brasil, entre enero y septiembre de 2019 los incendios devoraron casi 5,9 millones de hectáreas y en Bolivia más de 5 millones de hectáreas.

– Actualmente, algo más del 18% de la selva amazónica original ha sido destruida.

Indonesia

– El 99% de sus fuegos tiene origen humano y están vinculados a procesos de deforestación y conversión para la expansión de las plantaciones de aceite de palma, papel y pasta de celulosa.

– Hasta mediados de septiembre de 2019, los incendios arrasaron más de 1,64 millones de hectáreas (cerca de 3,5 millones de hectáreas ya se quemaron entre 2015 y 2018)

– 708 millones de toneladas de CO2, aproximadamente, se emitieron a la atmósfera.

California

– Los incendios en California se han convertido en una pesadilla en la última década.

– Los más mortales y destructivos sucedieron entre 2017 y 2018, con decenas de fallecidos, cientos de desaparecidos y miles de estructuras convertidas en cenizas.

– En 2019 se declaró el estado de emergencia debido a que las llamas causaron evacuaciones masivas, de más de 200.000 personas, y consumieron cerca de 100.000 hectáreas. Estos incendios afectan fundamentalmente a zonas altamente pobladas, lo que incrementa exponencialmente el riesgo y los impactos.

Chile

– En 2017 vivió su peor temporada de incendios, en la que las tormentas de fuego fueron frecuentes: ardieron 86.000 hectáreas, más del 3% de la superficie forestal del país (la media es 0,5%).

– En 2019 se duplicó el número de incendios respecto a 2018: ardieron 65.000 hectáreas debido a las altas temperaturas y el prolongado déficit hídrico en el centro del país. Se declaró el estado de excepción por catástrofe en tres regiones.

– La región patagónica chilena es especialmente sensible y emblemática y hábitat de especies en peligro de extinción como el huemul.

África central

– La agencia espacial estadounidense lo define como un “continente en llamas”. Concentra el 70% de los focos de incendio del mundo.

– El 10% de los incendios se escapan de control y son los responsables del 90% de la superficie que arde. Este porcentaje aumentará debido al cambio climático y las fuertes sequías de la región, que están secando el bosque tropical.

– Es un círculo vicioso: estos incendios contribuyen de forma indirecta a la sequía del corazón de África.

Incendios menos frecuentes pero mas intensos en la península Ibérica

En España los incendios se han reducido un 36% esta última década respecto a la década anterior. La superficie quemada también se ha reducido. Pero la proporción de grandes incendios ha subido y esos son los que queman el 40% de la superficie afectada. 

Incendios sexta generación
En España ha bajado el número de incendios, sin embargo los que se registran hoy son mucho más difíciles de controlar. Fuente imagen: Pixabay

WWF ha resaltado que los incendios que ocurren hoy tienen mucho mayor impacto que los de antes. Al ser difíciles de controlar, ponen en peligro a un mayor número de la población como ha ocurrido recientemente en zonas de Galicia y Portugal.

Portugal es, de hecho, el país más castigado por las llamas, con una media de 17.000 incendios, 35 por ciento más que en España. 

España

– Entre 2010 y 2019 el número de siniestros se redujo en un 36% respecto a la década anterior: 11.700 siniestros de media al año.

– Como sucede en el resto del planeta, la proporción de grandes incendios (de más de 500 hectáreas) crece. Apenas suponen el 0,18% del total, pero en ellos arde el 40% de la superficie total afectada.

– El verano de 2019, el incendio de Valleseco (Gran Canaria) mostró un comportamiento excepcionalmente agresivo y peligroso, obligó a evacuar a 10.000 personas y devoró cerca de 10.000 hectáreas, el 6,5% de la superficie de la isla.

– El 95% de los incendios en España siguen teniendo causa humana.

Portugal

– Portugal es el primer país de Europa y el cuarto del mundo que más masa boscosa ha perdido en lo que va de siglo XXI. El 3% de su superficie forestal arde cada año (frente al 0,4% de España).

– 17.000 siniestros de media al año (un 35% más que en España). Además, se queman unas 120.000 hectáreas al año (un 20% más que en España, a pesar de tener un 80% menos de superficie forestal).

– El primer incendio de “sexta generación” de nuestras latitudes fue en junio de 2017 en Pedrogao Grande. Hubo que lamentar 64 víctimas mortales. Un tipo de incendio que volvió a repetirse en octubre de ese mismo año, con otras 43 personas fallecidas en Portugal.

WWF apunta que en España, como en muchos otros lugares del planeta, el cambio climático y los incendios forestales son dos caras de la misma moneda. Las olas de calor prolongadas, la sequía acumulada y la baja humedad unida a una vegetación muy seca son elementos cada vez más frecuentes.

Si a eso sumamos una gestión del entorno rural limitada, una sola chispa se traduce en fuego rápido y descontrolado. 

Los incendios de sexta generación no entienden de fronteras

La proliferación de incendios es algo muy ligado al cambio climático. Y, por lo tanto, a medida que se amplifica su señal, también aumenta la de los incendios. El aumento térmico, sumado a la deforestación y degradación de nuestros bosques, son los principales ingredientes de este nuevo escenario que vivimos. 

Según el informe presentado por WWF, toda Europa se está «Mediterranizando«. Con este fenómeno, los grandes incendios forestales están dejando de ser la excepción para convertirse en la norma. Ya no son sólo cosa del Mediterráneo, se extienden por amplias zonas del norte del continente. Lo negativo es que allí no están habituados a enfrentarse a las llamas frecuentemente. 

El aumento térmico, sumado a la deforestación y degradación de nuestros bosques, son los principales ingredientes.

La selva amazónica cubre la asombrosa cifra de 550 millones de hectáreas. Sin embargo, mucha de esa superficie está perdiendo su capacidad de absorber dióxido de carbono. Esa reducción, no solo esta relacionada con que haya menos arboles debido a la deforestación que se produce a marchas aceleradas. El 18% de la selva amazónica original ya no está.

Incendios sexta generación
La selva del Amazonas registra un ritmo de deforestación intenso. Los expertos apuntan a que en unas décadas se convertirá en fuente más que sumidero de dióxido de carbono. Fuente imagen: Pixabay

Desde el inicio de este siglo los árboles del Amazonas se han estado muriendo a un ritmo cada vez mayor. Esto ha convertido a esta masiva jungla en un sumidero de CO2 más débil.

Si a esa discapacidad que empiezan a tener los árboles absorbiendo dióxido de carbono, le sumamos el aumento de gases efecto invernadero procedente de todos los incendios del planeta, la señal de calentamiento se amplifica por doble partida.  

En Indonesia, también viven una situación límite, y el 99 por ciento de los fuegos son de origen humano. La idea es deforestar grandes extensiones para cambiar el uso del suelo y potenciar la industria del aceite de palma, papel y pasta de celulosa. 

Más de lo mismo vemos en zonas de África donde la actividad humana sigue potenciando de manera imparable los grandes incendios. En California, Chile o Australia, es el nuevo clima que se vive. Una climatología que está poniendo mucho de su parte para que los grandes incendios campen a sus anchas, poniendo en jaque a millones de personas. 

Tecnología cada vez más precisa para entender mejor los incendios de sexta generación

Satélites como el Terra o el Aqua de la NASA, llevan a bordo desde 2002 un instrumento llamado MODIS (Espectro-Radiómetro de Imágenes de Resolución Moderada). Este está siendo fundamental para la detección de incendios.

Gracias a este sensor, no solo se localizan incendios en zonas remotas donde antes era imposible, también se puede cuantificar la cantidad de humo procedente de cada incendio, y por lo tanto la concentración de gases que estos emiten a la atmósfera. 

Los satellites de última generación proporcionan información detallada de la situación de nuestros bosques y ayudan a la temprana detección de focos de fuego. Fuente imagen: NASA

Desde varios kilómetros de altitud todo se ve mejor. Se está comprobando que muchos de los incendios se producen por la tala, quema u otras actividades humanas en nuestros bosques y zonas próximas.

Por otra parte, la reducción de un buen número de ellos están directamente relacionada con el cambio climático. En el oeste de Estados Unidos o Canadá, o incluso en algunas zonas de Europa, la meteorología cada vez más errática está relacionada con el nuevo clima que vivimos. Esto ha desencadenado algunos de los incendios más devastadores de los últimos años. 

Primaveras muy lluviosas que favorecen el crecimiento de vegetación, seguidas de veranos muy secos y con frecuentes olas de calor. Ola de calor que, además, se extienden hasta bien entrado el otoño.

Esos son algunos de los escenarios que cada vez vivimos con mayor frecuencia en diferentes zonas del planeta. Escenarios provocados por el cambio climático y su influencia en elementos fundamentales de la circulación de la atmósfera y los océanos. 

Incendios, deforestación y pandemias, la pescadilla que se muerde la cola

WWF menciona en su informe la importante relación que hay entre incendios, deforestación y pandemias. Si destruimos los bosques, sobre todo los tropicales, los humanos acabamos acercándonos a poblaciones de fauna silvestre que puede ser portadoras de patógenos.  

Incendios sexta generación
El acercamiento de los humanos a la fauna silvestre es cada vez más frecuente, sobre todo en las regiones tropicales del planeta. En un futuro podría llevar a la propagación de nuevas enfermedades como la del Covid19. Fuente imagen: Pixabay

Los bosques también juegan un papel crucial a la hora de regular el clima de la tierra. No sólo porque absorben grandes cantidades de gases que calientan el planeta. También ayudan a regular el ciclo hidrológico y a mantener el equilibrio en un sinfín de ecosistemas.

Si cambiamos el clima de una región, la fauna tendrá que adaptarse a un nuevo escenario. Esto podría requerir desplazarse de su entorno a zonas habitadas. Una situación que también podría potenciar la transmisión de patógenos. 

A nivel global, nuestros bosques absorben 2,400 millones de toneladas de carbono cada año. Pero, si los reducimos, a la vez que aumentamos la concentración de gases como el dióxido de carbono en la atmósfera, las cuentas para evitar que el calentamiento del planeta no siga aumentando, no saldrán y los incendios de sexta generación serán cada día más frecuentes.