La vida en la Vía Láctea podría estar viajando de estrella a estrella

Alejandro Riveiro

Alejandro Riveiro

Un grupo de investigadores ha planteado una idea que resulta muy intrigante. La vida podría estar esparciéndose en la Vía Láctea de estrella a estrella. Es una idea que ha sido planteada en otras ocasiones, pero en una escala diferente…

Panspermia a escala galáctica

No sabemos cómo se originó la vida en la Tierra. Entre las diferentes alternativas, una que goza de bastante popularidad es la panspermia. En esta hipótesis, se plantea que la vida podría haber llegado a la Tierra desde asteroides o cometas. Esa vida podría haber llegado bien en forma de microorganismos (que se desarrollaron en algún otro lugar) o como los bloques de elementos esenciales para la vida tal y como la conocemos.

Esto, a su vez, plantea que la vida, por tanto, quizá no se originase en nuestro planeta. Puede que hubiese aparecido en Marte o incluso en Venus, por poner un par de ejemplos. En la inmensa mayoría de estudios publicados, siempre se ha contemplado la posibilidad de que la vida pudiese esparcirse dentro de un mismo sistema estelar. Aunque no es el caso del Sistema Solar en la actualidad, la panspermia permitiría que varios planetas tuviesen vida.

Imaginemos, solo por un momento, que Marte fuese, en la actualidad, un planeta similar a la Tierra, igualmente habitado. El origen de la vida en ambos mundos, en ese caso, podría haber sido el mismo. La panspermia, por tanto, nos ofrece un mecanismo sencillo para explicar cómo podría proliferar la vida. Ahora, un grupo de investigadores ha cogido esa idea y ha intentado estirarla fuera de su marco habitual. ¿Podría funcionar en una escala superior?

La panspermia podría ser un método muy útil

Así nace lo que ellos llaman panspermia galáctica. La idea sigue siendo la misma, la vida se origina en algún lugar (o bien los bloques elementales de la vida) y esta termina llegando a algún otro lugar. Solo que en vez de aplicarlo a un único sistema planetario, lo aplican a toda la galaxia. La inspiración para adentrarse en este estudio les llegó a raíz de Oumuamua. Como quizá sepas, fue un asteroide interestelar detectado a finales del año pasado.

Concepto artístico del asteroide Oumuamua.
Crédito: ESO/M. Kornmesser

Es decir, un asteroide procedente de otra estrella. En realidad, se sospechaba desde hacía tiempo que el Sistema Solar recibe la visita de objetos de otras estrellas de forma constante. Así que el descubrimiento de Oumuamua fue una gran confirmación. Por supuesto, si otros objetos pueden llegar a nuestro sistema, lo mismo sucede en otros lugares de la galaxia. Del mismo modo, cabe suponer que de esos objetos, algunos podrían tener microorganismos o los bloques esenciales de la vida.

Aunque no sucedió con Oumuamua, la gravedad del Sol y Júpiter, según los investigadores, funciona como una gigantesca red. En las condiciones apropiadas (velocidad y ángulo) pueden frenar los objetos procedentes de otros sistemas y atraparlos. Por lo que podría haber miles de objetos capturados, en el Sistema Solar, cuyo origen sea en realidad algún otro sistema. La mayoría de objetos, según los investigadores, serán probablemente rocosos.

Desde objetos rocosos a planetas…

También habrá, sin duda, cometas. Pero quizá el caso más llamativo es el de los sistemas binarios. Los investigadores comentan en su estudio que un sistema, como el formado por Alfa Centauri A y B, sería capaz de atrapar, incluso, a planetas terrestres, quizá de un tamaño similar a la Tierra. Por lo que estaríamos ante un mecanismo atractivo que parece dar credibilidad a la idea de la panspermia galáctica.

Estrellas del centro de la Vía Láctea, observadas en infrarrojo por el telescopio Spitzer.
Crédito: NASA/JPL-Caltech/S. Stolovy (SSC/Caltech)

Esos objetos, expulsados de sus sistemas originales, terminan siendo atrapados, mucho tiempo después, por otra estrella de la galaxia. El mecanismo siempre es el mismo. La interacción gravitatoria con algún objeto masivo (como un planeta gigante o una estrella) puede provocar que un objeto sea expulsado de su sistema. En realidad, expulsado en este contexto quiere decir, simplemente, que es acelerado a una velocidad muy alta.

Se mueve tan rápido que la gravedad de su estrella ya no puede retenerlo en el sistema. Este mecanismo no solo es aplicable a pequeños objetos (como asteroides o cometas). Puede funcionar con planetas e, incluso con estrellas. De hecho, se ha observado estrellas que están escapando de la gravedad de la Vía Láctea. Se las conoce como estrellas hiperveloces. Su presencia abre otras posibilidades muy interesantes.

Es necesario hacer algunas suposiciones

Pero antes de hablar de las estrellas hiperveloces, volvamos al viaje interestelar. El mayor inconveniente al que se tiene que enfrentar el estudio es la incertidumbre. Por un lado, los investigadores estiman que podría haber hasta 100 millones de objetos que transporten microorganismos o los bloques de la vida. Por otro, sin embargo, hay que enfrentarse a una pregunta relativamente incómoda. En el caso de microorganismos, ¿cuánto tiempo podrían sobrevivir?

Encélado, observado por la sonda Cassini.
Crédito: Cassini Imaging Team, SSI, JPL, ESA, NASA

Lo cierto es que es algo que no está completamente claro. Así que no queda más remedio que hacer una estimación. Algo que no es necesario si hablamos de los bloques esenciales de la vida. Pero, en el caso de microorganismos, los investigadores creen que quizá podrían sobrevivir un millón de años. Si el tiempo resulta ser muy inferior, la estimación sería incorrecta. Pero es uno de los inconvenientes de no saber si hay vida en otros lugares.

Sea como fuere, parece que la panspermia galáctica podría funcionar. Podría haber objetos, desde pequeños cometas, con un tamaño similar al de Oumuamua, a incluso objetos más grandes, que estén viajando a otras estrellas llevando consigo los ingredientes de la vida. No solo eso, las estrellas hiperveloces, que también tienen sus propios sistemas planetarios, podrían llevar esa misma vida a otras galaxias.

¿Un mecanismo universal?

Este último escenario resulta particularmente intrigante. Imaginemos una estrella hiperveloz que tenga un planeta habitado por una civilización inteligente. Esa vida inteligente estaría viajando a otra galaxia del universo. Por lo que tendríamos un sistema que no solo permitiría esparcir la vida de estrella a estrella. También de galaxia a galaxia. Esto nos lleva a hacernos algunas preguntas intrigantes, aunque quizá más filosóficas.

La galaxia de Andrómeda.
Crédito: Lorenzo Comolli

¿Y si hubiese vida en otros lugares de la Vía Láctea y descubriésemos que su origen, y el nuestro, es común? ¿Cómo reaccionaríamos a una noticia así? Quizá la vida no llegase a la Tierra gracias a un asteroide de nuestro sistema… sino de otro. Quizá, la vida llegase a la Vía Láctea desde alguna otra galaxia del universo. Las posibilidades, en ese sentido, son enormes, aunque es necesario recordar que necesitamos ser precavidos.

Por un lado, no sabemos cuánto tiempo podrían sobrevivir los microorganismos en esos viajes. Por otro, tampoco está completamente claro cuál es el ritmo al que se capturan objetos de otros sistemas. No solo eso, también hay que tener presente que, por ahora, solo conocemos un mundo habitado: la Tierra. Es posible que haya otros lugares habitados. Hay motivos para creer que es así. Pero para saberlo con certeza, necesitamos descubrir esos mundos habitados…