La NASA descubre un planeta similar a la Tierra habitable

Descubren un planeta similar a la Tierra en la estrella más cercana al Sol con condiciones que podrían hacerlo habitable.

Jorge Robles

Jorge Robles

¡Menudo noticia! Hace apenas unas horas un equipo de astrónomos internacional, liderados por el barcelonés Guillem Anglada-Escudé (Universidad Queen Mary de Londres) ha publicado en la prestigiosa revista Nature (portada de la revista dedicada a este descubrimiento) lo que puede ser uno de los grandes descubrimientos astronómicos del presente siglo.

Un planeta probablemente habitable y que, astronómicamente hablando, tenemos “aquí al lado”.

La astronomía es increíble, y los astrónomos gente bastante brillante, ya que no solo se dedican a estudiar lo que se ve (más de 4.500 estrellas son observables a “simple vista” desde cada hemisferio), sino que además descubren o intuyen lo que está oculto o incluso, como en este caso, muy muy oculto.

Desde hace unos años el estudio de los exoplanetas (planetas exteriores al Sistema Solar), es un apasionante reto para los astronómos, y más aún cuando le añadimos el adjetivo de “habitable”.

El 6 de octubre de 1995 se descubrió Belerofonte, el primer exoplaneta conocido. Desde entonces, y sobre todo gracias al telescopio espacial KEPLER, se han descubierto otros 4.300 más.

Planeta habitable


Pero parece que tan solo poco más de 200 exoplanetas cumplen el primer requisito de habitabilidad. Deben de circular en una órbita, digamos “media”, ni muy próximas a su estrella ni muy alejadas de la misma, de modo que su rango de temperatura permita la presencia de agua líquida en su superficie.

La segunda criba es que el exoplaneta sea rocoso. Esta condición reduce el número de candidatos a unas cuantas decenas.

Una vez definidos los exoplanetas potencialmente habitables, los astrónomos intentan obtener el máximo de datos posibles. La mayor parte de estos datos se obtiene por observación indirecta y aplicando estimaciones lo más razonables posibles, buscando similitudes que en ocasiones parecen razonamientos cercanos a la ciencia ficción.

Pero finalmente son capaces de establecer un índice de similitud con la Tierra que permite establecer un ranking de los planetas con más posibilidades de ser habitables.

VER TAMBIÉN: Calendario de los fenómenos astronómicos de 2016

Algunos exoplanetas destacados son el  KEPLER-425B (una supertierra con un índice de similitud del 83%, situada a 1400 años luz), el KOI-4878.01 (que presenta índice similitud 98%, distante 1075 años luz) o el TRAPPIST-1B (a “solo” 40 años luz, hasta ahora el candidato más cercano). Por eso, el descubrimiento del exoplaneta Próxima B tiene tanta importancia.

Las características del exoplaneta Próxima B


Se trata del exoplaneta más cercano a la Tierra, tan solo dista de nuestro planeta 4,2 años luz y  además presenta unas características muy prometedoras. Su descubrimiento ha surgido al detectar una pequeña oscilación de Próxima Centauri, atribuible a la atracción gravitatoria ejercida por este “presunto” exoplaneta.

Próxima Centauri es una “enana roja”. Las enanas rojas tienen un tamaño inferior a la mitad de nuestro sol y no superan los 4.000 grados en su superficie, además su luminosidad es tan escasa que no son visibles a simple vista, pero sí son muy numerosas (se supone que representan 3/4 parte de las estrellas de la Vía Láctea).

Próxima Centauri, comparada con nuestro sol aproximadamente, presenta 12% de su masa y 14% de su radio, la temperatura en su superficie ronda los 3050 K y su luminosidad es tan solo del 0,15%.

Así Próxima b puede orbitar bastante cerca de esta enana roja (apenas a 7 millones de kilómetros, un 5% de la distancia tierra-sol). Los “años” de Próxima b solo duran 11,2 días. Su tamaño es un 30% mayor que la Tierra y se estima que es rocoso y en su superficie la temperatura puede ser apta para contener agua líquida.

Un problema para su habitabilidad es que al circular tan cerca de Próxima Centauri puede recibir 60 veces más radiación de alta energía (rayos X) que nuestra Tierra. Pero con un poco de suerte la composición de su atmósfera puede mitigar esta radiación, al menos hay algunos indicios de que puede ser así. Además la presencia de un campo magnético adecuado también puede reducir esta radiación.

Y … ¿ahora qué?


En primer lugar hay que suponer que este descubrimiento afectará notablemente a las agendas de investigación sobre astronomía y astrobiología de los próximos años.

Y aunque esos “cercanos” 4,2 años luz se escapan de nuestra “escala de viaje” (4,2 años luz equivale a 266.000 veces la distancia Tierra-Sol), y con la actual tecnología, es fácil que necesitásemos unos 300.000 años para visitar físicamente a Próxima B, los esfuerzos en este campo deben de intentar caracterizar este exoplaneta, obtener imágenes directas y desarrollar tecnologías de estudio eficiente.

Efectivamente suena a ciencia ficción pero algunos visionarios esperan un desarrollo espectacular de nuestra tecnología para las próximas décadas.