La ciencia tras el espectáculo de los fuegos artificiales

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Llegan las fiestas populares, las celebraciones y, con ellas, los fuegos artificiales. Ese espectáculo de lunes, colores y sonido que podemos disfrutar en el cielo. Pero, ¿qué hay detrás de estas luces de colores que brillan en la oscuridad? ¿Cómo funcionan en realidad estos explosivos, que son tan peligrosos como estremecedores?

Las bengalas, por sí solas, no explotan. En realidad, son una mezcla de una fuente de combustible (carbón y azufre), un oxidante (nitrato de potasio), polvo de metal (para el color) y un aglutinante (como almidón), todos pegado a una varilla de metal delgada.

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Si aplicamos una llama a la bengala en cualquier lugar a lo largo de la longitud de la mezcla, la pólvora se enciende, libera oxígeno del oxidante, y toda la reacción se extiende a lo largo de toda la mezcla.

A medida que la pólvora se quema y el oxidante efectúa su reacción, el calor hace que los granos de polvo metálico brillen intensamente y suelten esas las chispas tan característicos.

Si quitamos el el polvo metálico y el aglutinante, y metemos la pólvora en un cilindro de papel o esfera, tendríamos, en vez de una bengala, un petardo. Estos están diseñados simplemente para explotar, con el único destello de luz procedente de la explosión en sí misma.

Es cuando se combinan estos dos -la bengala y el petardo- cuando tenemos el resultado final: los enormes fuegos artificiales, explosivos que generan luces de colores en el cielo.

Los colores de los fuegos artificiales son de mezcla muy específica de metales y sustancias químicas que intervienen en la bengala.

Y la cosa realmente increíble es que este conocimiento de la ciencia tras los fuegos artificiales suma aún más admiración al espectáculo.

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