Ice shove o tsunamis de hielo: ¿cómo se forman?

Se trata de uno de los fenómenos más fascinantes que ocurren con el hielo. ¡Entérate dónde puedes verlos!

Jorge Robles

Jorge Robles

*Marblehead (Ohio, EEUU) Marzo 2014. Captura de video Nick James

Siempre me ha fascinado lo que personalmente vengo a llamar “mundo hielo”, y supongo que gran parte de ese atractivo se debe a esa peculiar cualidad que presenta el agua que al congelarse experimenta un aumento de volumen.

Esta propiedad nos proporciona una gran cantidad de posibilidades de observar fenómenos casi mágicos.

Quizás por esto admito que devoró vídeos sobre procesos curiosos relacionados con el hielo, aunque demasiadas veces la explicación exacta a estos fenómenos se termina escapando al no conocer de primera mano las condiciones meteorológicas concretas que rodean al fenómeno en cuestión.

Ice shove: olas de hielo a cámara lenta

En este capítulo se encuentra sin duda los “ice shove” o “empujones de hielo”, también conocidos como “tsunami de hielo”, aunque realmente se trata de una especie de oleaje de hielo a cámara lenta y tienen más cosas en común con los iceberg que con los tsunamis.

Estas peculiares olas de hielo rompen contra los litorales que delimitan grandes extensiones de agua. Siendo imprescindible la presencia de fuertes vientos o de intensas corrientes marinas que arrastren el hielo flotante hacia las costas.

Una vez finalizado el empujón el aspecto que deja tras de sí recuerda mucho el que ofrecen las cunetas de las carreteras invernales tras el paso de las máquinas quitanieves.

Pero … ¿cómo pueden llegar a formarse estos empujones de hielo?

Cómo se forman los ice shove

Hay que tener en cuenta que un lago se congela desde su superficie hacia el interior. De hecho esta es la forma que tiene la naturaleza de conservar la vida durante periodos de frío extremo.

Según las temperaturas que se alcancen en el aire la capa de este hielo superficial puede ser de apenas un par de centímetros, alcanzar algún palmo de espesor (varios “pies” para ese mundo anglosajón que tanto nos sigue) o incluso acumular un grosor de varios metros, para esto tan solo debe de hacer el suficiente frío durante el tiempo necesario.

*Lago Winnebago (Wisconsin, EEUU) Enero 2013. Foto de John McArdle

En aguas saladas la temperatura de congelación es algo más baja y para que exista hielo es necesario que el termómetro ronde como mínimo los -1,8ºC.

Pero la naturaleza no es un laboratorio donde las condiciones de contorno están controladas. Puede ser relativamente fácil que se congele la superficie de un lago o del mar. También es posible que sobre esa capa de hielo se depositen precipitaciones en forma de nieve, cuyo peso puede romperla o fracturarla parcialmente.

Es probable que esa capa se hunda un poco más y que se vuelva a congelarse, aunque esta vez con nieve en su interior, generando hielo más granulado que tendrá un mayor grosor.

La presencia de cualquier tipo de corriente, las variaciones de temperatura del aire, el calentamiento provocado por el sol, la presencia de vientos, el “rellenado” de las grietas con cualquier tipo de precipitación, su posterior congelación, etc… son otros factores que someterán al hielo a tensiones que pueden provocar nuevas fracturas.

Para que pueda darse un empujón es necesario que el hielo no esté especialmente compacto y esto ocurre más bien en los extremos del invierno, especialmente cuando la primavera empieza a asomarse.

En este momento, tendremos hielo con bastante vida a sus espaldas (habrá sufrido esas tensiones que comentaba en el párrafo anterior). Además, necesitaremos un primer “detonante” que remueva el hielo, por ejemplo, una subida del nivel del lago tras recibir el aporte de importantes lluvias en la cuenca superior (episodios de precipitación y frío resultan bastante adecuados) o bien la presencia de mareas ciclónicas sí pensamos en hielo marino.

También resulta fundamental la presencia de intensos y constantes vientos que arrastren el hielo hacia la orilla.

Se trata de condiciones que deben de presentarse en su justa medida, esto suceden mucho en meteorología. Pero si alcanzamos la dosis perfecta es posible que la balsa de hielo se fracture al alcanzar la orilla y se acumulen trozos de hielo que cambien momentáneamente la orografía de la costa.

Si el empuje se mantiene, la balsa de hielo debe de remontar estos duros trozos de hielo y seguirá rompiéndose para acumular nuevos témpanos. El proceso continua hasta que cesa el viento o el hielo ya no puede seguir fracturándose.

¿Son habituales?

Los empujones de hielo tal y como los vemos en los vídeos y fotos que acompañan este post no son demasiado habituales.

Además, sus registros parecen casi restringidos a Los Grandes Lagos, Alaska o Canadá, aunque no hay ninguna razón para que no estén presentes en el extremo norte de China, Siberia o la Antártida, zonas menos pobladas y por tanto con menos cámaras que puedan registrar un fenómeno tan peculiar.

Sin embargo, sucesos a menor escala, digamos mini-empujones de hielo, sí me parece que pueden presentarse en otras parte del planeta. Acabo el post con un último vídeo que se hizo viral a mediados de 2016, grabado en el Lago Baikal, el sonido generado por el hielo es tremendo.