Fobias meteorológicas que no creerás que existen

¿Alguna vez has sentido que tu corazón se acelera con cada trueno durante una tormenta? ¿Tienes miedo al viento? No estás solo. Las fobias meteorológicas son un fenómeno más común de lo que se suele creer.

Elena Plaza

Elena Plaza

Las fobias meteorológicas se manifiestan como miedos intensos relacionados con diversos aspectos del clima. Son un fenómeno más común de lo que se suele creer. En este artículo vamos a ver su definición y posible origen y las estrategias para abordarlas y gestionarlas eficazmente.

Empédocles de Agrigento, un filósofo griego del siglo V a.C., dijo hace cientos de años: «hay cuatro elementos: fuego, agua, tierra y aire».  Voy a utilizar estos cuatro elementos para explicarte la multitud de fobias a los fenómenos meteorológicos que existen.

Fobias meteorológicas relacionadas con el fuego y el calor

Comenzamos con las fobias relacionadas con el fuego y el calor. Lo sé, el fuego no es un fenómeno meteorológico, pero la fobia al fuego es bastante «lógica» dado la peligrosidad de este, y se llama arsonfobia.

Afecta a quienes la padecen hasta en las actividades más simples, como disfrutar de una barbacoa o encender una vela. Este miedo irracional puede ser provocado no solo por la presencia real de llamas, sino también por la posibilidad de un incendio o ver fuego en medios digitales, convirtiendo situaciones cotidianas en fuentes de ansiedad profunda.

Por otro lado, tenemos a la termofobia y la heliofobia, que son el miedo al calor extremo y al sol, respectivamente.  Quienes experimentan termofobia y heliofobia pueden ver los meses de verano o la exposición al sol como enormes desafíos, llevándolos a alterar drásticamente sus vidas para evitar el calor o la luz solar directa.

Fobias meteorológicas relacionadas con el agua

Pasamos ahora a otro elemento que acabaría con el fuego: el agua. De nuevo, existe un abanico extenso de términos para las distintas fobias.

Tienen talasofobia aquellos que tienen miedo irracional a bañarse en el mar y a sus profundidades. Pero si solo se tiene miedo a las olas del mar, la fobia se llama cimofobia.

La pluviofobia y la ombrofobia, ambas referentes al miedo a la lluvia, pueden variar en intensidad desde una leve incomodidad hasta un temor paralizante que impide el desarrollo normal de las actividades diarias. Estas fobias pueden incluir el temor a las consecuencias de la lluvia, como inundaciones, o simplemente el rechazo a la sensación de mojarse.

Aunque el miedo a las inundaciones tiene término propio, se llama antlofobia. Es una preocupación que puede estar fundamentada en experiencias previas de eventos catastróficos relacionados con el agua.

La fobia a la niebla se llama homichlofobia o nebulafobia. Fuente: banco de imágenes de Canva.

Por otro lado, la astrafobia, la ceraunofobia y la brontofobia son fobias que se centran en el miedo a los fenómenos tormentosos, como truenos y relámpagos. Estas fobias son comunes tanto en niños como en adultos y pueden provocar una ansiedad significativa durante las tormentas, afectando la capacidad de las personas para funcionar con normalidad en estas situaciones.

La nefofobia, el miedo a las nubes, se origina en la preocupación por los cambios adversos en el clima, mientras que la higrofobia, o miedo a la humedad, refleja una aversión a las sensaciones asociadas con ambientes húmedos.

La cionofobia o quionofobia, el temor a la nieve, puede ser desencadenada por experiencias negativas en condiciones invernales, como accidentes o aislamiento debido a fuertes nevadas.

Relacionado con la cionofobia existe el miedo al frío, que se llama criotofobia. Este miedo puede ser especialmente incapacitante durante los meses de invierno o en climas más fríos, donde la presencia de nieve y hielo es habitual.

Finalmente, la homichlofobia o nebulafobia, el miedo a la niebla, subraya la ansiedad por la desorientación y el sentimiento de estar atrapado que puede acompañar a la reducción de la visibilidad.

Fobias meteorológicas relacionadas con el viento

Hay un dicho erróneo que sugiere que el viento tiene el poder de desequilibrar la mente humana. Aunque esto es una exageración, sí que se ha demostrado que el viento influye en nuestro estado psicológico y físico.

Un ejemplo de ello es que podemos desarrollar miedo al viento, e incluso una fobia al mismo, y se llama anemofobia.

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La fobia al viento se llama anemofobia, de todas las fobias meteorológicas es una de las más frecuentes. Fuente de la imagen: generada por inteligencia artificial, DALLE

Si el miedo o la fobia es a los tornados o huracanes, se llama lilapsofobia. Lo padecen más las personas que residen en regiones donde estos desastres naturales son más comunes.

Fobias meteorológicas relacionadas con la tierra

Terminamos los cuatro elementos con la tierra y con un fenómeno que no tiene que ver con el clima pero cuya fobia es interesante de mencionar: la sismofobia o seismofobia, fobia a los terremotos y, en algunos casos, puede extenderse a cualquier tipo de movimiento de tierra o vibraciones similares. Puede incluso afectar a la persona si nota pequeñas vibraciones, como el paso de camiones pesados o de las máquinas de una obra cercana.

Si hago un giro de 180 grados, ahora puedo usar la palabra tierra como planeta: «Planeta Tierra». Y es el momento de hablar de astrología ya que hay personas con aurorafobia, miedo a las auroras boreales; con selenofobia, miedo a la luna; con eosofobia, miedo a los amaneceres.

La ecoansiedad es un miedo crónico a la catástrofe ambiental.

Asociación Americana de Psiquiatría

Pero termino aquí este extenso glosario de términos, no sin mencionar a la ecoansiedad (o ansiedad climática), que es la angustia emocional, mental o somática intensificada por el cambio climático. Poca broma, el término ya lo recogió la Asociación Americana de Psiquiatría en un informe suyo allá por 2010.

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Aunque parezca mentira que alguien pueda tener miedo a esta preciosidad, la fobia a las auroras borales existe y se llama aurorafobia. Playa Skagsanden, Islas Lofoten, Noruega. Fuente de la imagen: banco de imágenes de Canva.

¿Qué es la fobia y qué tipos de fobia hay?

Después de haber mencionado tantas fobias parece absurdo definir el término. Pero es interesante saber que durante todo el artículo hemos hablado de forma coloquial de fobia, pero en términos médicos se denomina «fobia específica».

Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), una fobia específica es un trastorno de ansiedad definido como el miedo o ansiedad intensa por un objeto o situación específica llamados estímulos fóbicos. La fobia específica, junto con la agorafobia y la fobia social, están clasificadas dentro de los trastornos de ansiedad.

El DSM-5 clasifica las fobias específicas según el estímulo fóbico (sangre e inyecciones, animales, localizaciones específicas, entorno natural, etc). Y recoge que incluso pueden darse varios estímulos fóbicos a la vez.

El manual nos dice que el objeto o la situación fóbica casi siempre provoca miedo o ansiedad inmediata y que este miedo y ansiedad son desproporcionados y nos llevan a una conducta de evitación.

Ese miedo viene dado de la consecuencia que tendría exponerse al estímulo fóbico. Por ejemplo, ante una gran nevada, el miedo en sí no lo provoca la nieve, si no la sensación de aislamiento y la pérdida de movilidad.

Estas personas, por tanto, tienen ansiedad anticipatoria, temor si ocurre el suceso y conductas de evitación para evitar que la exposición ocurra. Saben que su reacción es desproporcionada pero no pueden evitarla o controlarla.

La ansiedad, el miedo y esta conducta de evitación causan malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento. Además, la fobia específica produce también ciertos síntomas físicos como taquicardia, mareo, sudoración y temblores.

¿Qué causa las fobias?

Aproximadamente un 10 % de las personas en el mundo occidental sufrirá de una fobia específica a lo largo de sus vidas, con una prevalencia mayor en mujeres, el doble que en hombres en las fobias a los animales, entornos naturales y fobias a ciertas situaciones.

Casos de fobia y trastorno compulsivo España
Casos de fobia y trastorno compulsivo (trastornos de la ansiedad) en España del año 2011 al 2021. Autora: Elena Plaza Moreno. Elaboración propia con datos del informe: «Salud Mental en Atención Primaria». Gobierno de España.

Tres de las fobias más comunes son la claustrofobia (miedo a ir donde hay más gente, lo que puede derivar en no querer salir de casa), que la padece un 3% de la población, el miedo a volar (3% de la población), el miedo a la sangre (3%).

A pesar de que los casos de fobia y trastorno compulsivo aumentan exponencialmente cada año, según la Sociedad Española de Psiquiatría: «en la actualidad, no se conocen las causas exactas de los trastornos de ansiedad, el pánico y las fobias». Aunque afirman que es probable que exista una combinación de factores genéticos, ambientales, psicológicos y de desarrollo que contribuyan a su aparición.

Los genes juegan un papel clave en la ansiedad, pudiendo heredarse. De hecho, el 75 % de las personas diagnosticadas de una fobia específica tienen un familiar de primer grado con una fobia del mismo tipo.

Los factores psicológicos, como interpretar erróneamente síntomas ansiosos, y eventos vitales estresantes, incluyendo cambios significativos o experiencias traumáticas, pueden aumentar la ansiedad. Además, el consumo de sustancias como anfetaminas y cafeína, y condiciones médicas como trastornos de tiroides, también contribuyen a la ansiedad.

Tratamiento de las fobias meteorológicas

Para quienes enfrentan ansiedad severa o prolongada, existen múltiples opciones de ayuda. La relajación y la terapia cognitiva incluso a través de la realidad virtual, pueden ser muy efectivas.

La psicoterapia o la terapia cognitivo-conductual proporcionan enfoques estructurados para entender y manejar la ansiedad y son la mejor opción.

En algunos casos, también se puede usar la medicación: tranquilizantes para crisis a corto plazo, antidepresivos para un tratamiento más prolongado, y betabloqueantes para controlar los síntomas físicos de la ansiedad.

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La tecnología de realidad virtual posibilita la creación de ambientes simulados que permiten a individuos con fobias enfrentarse a sus miedos como si fueran experiencias reales. Fuente: banco de imágenes de Canva.

Recuerda que pedir ayuda a un profesional de la salud mental es clave cuando la ansiedad se hace presente. Además, tomar medicamentos por nuestra cuenta no es la mejor idea. Puede ser más dañino que beneficioso y generar nuevos problemas, como la dependencia a esos medicamentos y otros efectos secundarios.

En conclusión, las fobias meteorológicas abarcan una amplia gama de trastornos de ansiedad que se desencadenan por elementos como el clima, los desastres naturales y los eventos meteorológicos. Estas fobias, que pueden hacer que las personas no puedan llevar su vida normal y requieren atención profesional para su manejo.

Bibliografía

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