La expedición de Nanses al Polo Norte

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A finales del siglo XIX, Nanses explorar científico y posteriormente diplomático noruego, protagonizó una de las más sorprendentes historias. Su expedición al Polo Norte y los hallazgos científicos que descubrió sembraron el germen de la Oceanía moderna y supusieron un punto de inflexión en el conocimiento de las corrientes marinas

Nos remontamos a 1879, 14 años antes de la expedición de Nanses al Polo Norte. Ese año el navío americano Jennette zarpo del Puerto de San Francisco, su objetivo era explorar el círculo polar ártico y alcanzar el punto más septentrional del globo, el Polo Norte. No lo consiguieron, al poco tiempo de partir, después de cruzar el estrecho que separa Alaska de Rusia, el estrecho de Beríng, el hielo flotante llamado manquisa atrapó al Jennette y con él a sus tripulantes. Durante casi 21 meses sobrevivieron en el barco que fue desplazado hacia el noroeste por el desplazamiento de la manquisa, finalmente ocurrió el desastre.

El hielo rompió el casco y el barco se hundió en algún lugar de Nueva Siberia. La tripulación abandono el barco y solo unos pocos consiguieron llegar a tierra firme llevándose consigo algunos víveres y los documentos con las investigaciones científicas realizadas.

Tres años después de este suceso, se identificaron restos del Jennette en la costa suroriental de Groenlandia, es decir, los restos fueron hallados justo en el lado opuesto del casquete polar de donde se produjo el naufragio.  Algunos científicos explicaron el suceso afirmando la existencia de una corriente marina polar que habían arrastrado  los restos del navío hundido. Esa corriente, dedujeron, que sería empujada por los vientos predominantes de Este a Oeste y circularía del mar glacial de Siberia hasta la costa oriental de Groenlandia.

Esta teoría llegó a los oídos de Nanses, quien por aquel entonces ya era considera un héroe nacional por haber llevado acabo la primera travesía de Groenlandia. Animado por su éxito precedente  decidió emprender una expedición científica para comprobar si esta teoría era cierta.  Su idea era navegar a donde el Jennette naufrago, al norte de Nueva Siberia y desplazarse entonces lo más norte posible para dejarse atrapar por la manquisa. Una vez atrapado Nanses y su tripulación se dejarían arrastrar por los hielos flotantes. De esta manera podría estudiar no solo los movimientos de la mantisa y sino también los espacios desconocidos del atlántico y podría alcanzar por primera vez el polo norte geográfico.

Ser atrapado por los hielos era algo que todos los navegantes temían. Los cascos solían ser aplastados por los hielos como le sucedió al Jennette, Nanses era consciente del riesgo y diseño un nuevo tipo de barco para la navegación en medio del hielo con un casco lo suficientemente robusto para soportar la presión y bien pulido y redondeando para evitar que el hielo hiciera presa en él. Este barco bautizado con el nombre de Fram, Adelante en castellano, sería el hogar de Nanses y del resto de sus doce tripulantes mientras durará la expedición.

Nanses y su tripulación partieron de Oslo el 24 de junio de 1893, ese día comenzó una expedición que duro 3 años y de cuyo legado cabe decir que hubo un antes y un después en las expediciones polares así en los estudios de los océanos y sus corrientes. Gracias a las cuidadas mediciones de la expedición se obtuvo una nueva cartografía de la registro polar y de las corrientes del ártico. Nanses confirmo que en efecto, debajo de los hielos polares había un océano inexplorado descartando así la inexistencia de un nuevo continente helado. Al bordo del Fram se diseñaron e inventaron instrumentos de  medición oceanografica especifica, como por ejemplo, el que hoy conocemos como la botella Nanses, un recipiente que permite obtener muestras de agua de mar a diferentes profundidades, muy útil para el medición de la salinidad, nutrientes, plancton, temperatura… Usando este ingenio Nanses observa que el océano está dividido en capas superpuestas cada una con su propia temperatura y salinidad específicas. Esta huella dactilar de cada capa, permite identificar a los científicos su origen y distingue por ejemplo aguas del deshielo de un glaciar o del océano profundo.

Otra sorprenderte observación puso de manifiesto que si bien era el viento el principal responsable de las corrientes marinas, están no seguían la misma dirección. Las corrientes estaban giradas 45 grados a la derecha en la dirección en la que soplaba el viento. Nanses supuso acertadamente que la rotación terrestre era la culpable de tal desviación, esa desviación entre corriente marina y viento es debida al llamado Efecto Coriolis.

Estos estudios supusieron un gran avance para la oceanografía moderna puesto que se asentaron las bases de la influencia del viento y de la rotación terrestre en las corrientes marinas.

Sin embargo, estas noticias no fueron buenas para Nanses puesto que la mantisa no se estaba moviendo según sus estimaciones. Tras entender que el Fram no sería arrastrado hasta el polo norte, Nanses y su camarada, abandonaron el barco para intentar alcanzarlo. La mantisa haría imposible su regreso al barco. El frío extremo, el terreno quebrado y el movimiento de la mantisa que dificultaba su avance les obligaron a desistir de su intento, aunque alcanzaron la latitud record de 86º Norte. En su regreso, alcanzaron tierra firme pero ante la llegada del invierno se vieron obligados a buscar refugio e invernar durante diez meses.

A pesar de las calamidades, aquella prueba física y psicológica tuvo final feliz. El 17 de junio de 1896 la suerte se alió con ellos y en aquel inmenso desierto helado fueron milagrosamente encontrados y rescatados por otra expedición polar. Un mes después se produjo el feliz recuentro con el resto de la tripulación del Fram, ya liberado del abrazo de los hielos.