El recuerdo del Prestige tras 13 años del desastre

Cristina Herrera

Cristina Herrera

Hoy es viernes 13: el número de la mala suerte, el nombre de una las principales películas de terror y el aniversario de otro terrible suceso, aunque éste no tenga nada que ver con la ficción. Se conmemora el 13 Aniversario del Prestige, el mayor desastre medioambiental que han sufrido las costas españolas en su historia.

Hablamos con Miguel A. Pose González, ingeniero técnico agrícola, involucrado directamente en aquella crisis y vecino de la zona. Nos cuenta, 13 años después del desastre del Prestige, su perspectiva de aquel momento que afectó gravemente a la fauna y flora de la costa gallega y provocó daños ecológicos que por suerte, la mayoría, están subsanados.

«Era Noviembre de 2002,  un invierno lluvioso y con temporales, los telediarios nacionales y el autonómico abrían con la noticia de que un barco, de nombre desconocido hasta aquel momento, tenía problemas en la Costa da Morte, era el PRESTIGE. Mariano Rajoy, entonces ministro del Interior, salía pidiendo tranquilidad. En la calle se comenzaron a oír las primeras versiones, menos esperanzadoras.

En la Ría de Vigo, la alarma se desata cuando varias embarcaciones de Cangas do Morrazo divisan galletas de fuel cerca de las Islas Cíes, protectoras de la Ría de Vigo y salvadoras de la Ensenada de San Simón.

En aquel el momento el concejal nos solicita colaboración como empresa concesionaria, y a mí en particular como técnico, además de por mi amplia experiencia en la geografía de las islas, ya que trabajé varios años en ellas.

El tráfico marítimo con las islas estaba cerrado, era invierno. Por lo que hicimos una primera exploración a bordo de un pequeño barco pesquero de Bouzas. Lo que nos encontramos fue desolador: la Playa de Rodas y la playa de los Alemanes cubiertas de negro, aves, peces, muertos impregnados en fuel. El terrible chapapote.

Llegamos a tierra perplejos por la magnitud de lo que acabamos de vivir. ¿Que teníamos que hacer? Nos pusimos como locos a buscar protocolos de actuación y  encontramos uno sobre vertidos de hidrocarburos en Francia. No conocíamos la toxicidad ,ni la evolución del vertido. Nada.

Al día siguiente, embarcamos dirección a Cíes, con 200 voluntarios.  En tierra surgía contra la marea negra, otra marea blanca. ¡Impresionante! Todos volcados contra el desastre. La naviera fletando barcos para poder ir a Cíes. El Camping que estaba cerrado, abre para poder atender a los voluntarios/as, centros comerciales enviando bocadillos y agua. En las islas no hay nada en invierno como para poder atender las necesidades básicas de 200 personas. Pero todo se resolvió en minutos.

Empezamos a repartir ropa de agua, guantes y capachos para recoger el fuel. Pronto llegaron contenedores para vaciar lo que se extraía; pero cuanto más se extraía, más entraba. Recuerdo a la hora de la comida, el silencio sepulcral de 200 personas, la imagen de la desolación. Algunos lloraban de la impotencia de ver aquellas playas y aguas paradisíacas convertidas en un pozo negro, animales muriéndose, otros muertos, el chapapote por todos lados… ¡Desolador!

Pero la naturaleza una vez más, nos da una lección de recuperación. Y tras pasar el primer año ya parecía que nada había pasado. Solo pequeños recuerdos en galletas de chapapote, para recordarnos que esto no puede volver a pasar.

Trece años después, aparentemente y según los últimos estudios, el ecosistema está totalmente recuperado. Los bancos pesqueros y marisqueros están funcionando con normalidad. La actividad pesquera y mariscadora, gracias a las múltiples ayudas recibidas, muchas de ellas conseguidas por la presión social, se recupero del gran mazazo que supuso para su economía este desastre ecológico.

En el 2007, la Playa de Rodas, fue nombrada por el diario británico The Guardian como la mejor playa del mundo. Después de 13 años, la vida sigue y nos da la oportunidad de corregir nuestros errores, respetando nuestras costas y invitándonos  a reflexionar para evitar que un desastre así pueda volver a suceder».