El Día Internacional de los asteroides: ¿una amenaza real?

Alejandro Riveiro

Alejandro Riveiro

El 30 de junio es una fecha particular en el calendario. Es el Día Internacional de los asteroides. Una fecha repleta de eventos en todo el mundo en relación con el espacio y los asteroides. Pero, ¿por qué esta fecha en particular? ¿qué peligro representan los asteroides para nuestro planeta?

El evento de Tunguska

La elección del 30 de junio como Día Internacional de los asteroides no es accidental. El 30 de junio de 1908 tuvo lugar el llamado evento de Tunguska. En esa fecha, se produjo una enorme explosión sobre el río Tunguska, en el corazón de Siberia. Arrasó con todos los árboles en un área de 2.000 kilómetros cuadrados. ¿Qué la produjo? Un bólido, un asteroide que entró en la atmósfera de la Tierra y se desintegró antes de llegar a la superficie.

El fenómeno no produjo ninguna víctima. Se estima que la explosión fue el producto de la desintegración de un pequeño cometa, o quizá un asteroide muy denso, con un diámetro aproximado de entre 60 y 190 metros. Hay otro fenómeno, mucho más reciente, que también sucedió en tierras rusas. Se trata del meteoro de Cheliábinsk. Fue un fenómeno que, el 15 de febrero de 2013, provocó daños en la ciudad del mismo nombre.

De nuevo, no hubo que lamentar víctimas mortales. Sin embargo, la desintegración en la atmósfera de meteoro de 20 metros de diámetro provoco daños en la región. Hirió a unas 1.000 personas y dejó a muchas más desprotegidas, por la rotura de las ventanas, ante el frío y duro invierno ruso. Fue un recordatorio de que estamos expuestos a los daños que puede provocar un asteroide en cualquier momento, en cualquier región del mundo.

El peligro de los asteroides grandes

Los fenómenos de Tunguska o Cheliábinsk podrían parecer diferentes al impacto de un cometa de 10 kilómetros de diámetro, hace 65 millones de años, que provocó la extinción de los dinosaurios. Sin embargo, la única diferencia entre los tres fenómenos es el tamaño de los meteoros involucrados, así como el hecho de que tanto en Tunguska como en Cheliábinsk no llegaron a tocar la superficie del planeta.

Estela del meteorito de Cheliábinsk minutos después de su detonación.
Crédito: Alex Alishevskikh

¿Es posible que un cometa como el que provocó el cráter de Chicxulub vuelva a caer contra la Tierra y, en esta ocasión, sea el ser humano el que se extinga? Definitivamente sí. La pregunta no es si es posible, sino cuándo sucederá. En ese sentido, servirá de consuelo saber que no hay posibles colisiones previstas en los próximos 150 o 200 años con ninguno de los asteroides que conocemos. Otra cuestión son los asteroides que todavía no hemos descubierto.

Aunque cada año se avanza más en el descubrimiento de objetos potencialmente peligrosos para la Tierra, queda mucho trabajo por hacer. Un impacto a corto plazo es muy poco probable. Sin embargo, a largo plazo es una probabilidad. Quizá sea dentro de 700 años, o de 700.000. Tarde o temprano volverá a suceder. Así que extender nuestra presencia a otros lugares del Sistema Solar, como Marte, será una garantía de supervivencia para la humanidad como especie.

El peligro de los asteroides pequeños

Pero, ¿qué hay de los asteroides más pequeños? De esos que no pueden provocar la extinción de una especie, pero sí provocar destrucción localizada y potencialmente seria. La previsión de colisión se mantiene. No hay ningún asteroide conocido que vaya a colisionar con la tierra en los próximos dos siglos. Sin embargo, cuanto más pequeño es el objeto a buscar, lógicamente más complicado resulta de detectar.

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Un meteoro como el de Cheliábinsk, de unos 20 metros de diámetro, puede pasar desapercibido hasta solo unos instantes antes de su entrada en la atmósfera. El resultado podría ser el de destrucción en un lugar muy localizado, como ya vimos en Rusia. Con un asteroide más grande, como Apofis, del que se habló mucho a mediados de la década pasada, porque existía la posibilidad de que chocase con la Tierra, las cosas cambian.

Apofis no supone ningún peligro para la Tierra. Ni en su aproximación en 2029 ni tampoco en 2036. De chocar con la superficie, podría arrasar una gran ciudad. Pero sus efectos serían casi imperceptibles a varios cientos de kilómetros del lugar de impacto. Si supusiésemos que Apofis fuese a chocar con la Tierra (no lo hará, es algo que está confirmado desde hace años) seguramente sería sobre el océano. En cuyo caso podría generar un tsunami con olas de unos tres metros de altura.

Trabajando en desviar posibles amenazas

Así que el riesgo más grande de los asteroides, a corto plazo, es el que presentan asteroides más pequeños. No solo como Apofis, sino también más pequeños. La NASA y otras agencias espaciales están trabajando en diferentes proyectos que permitan hacer frente al posible impacto de un asteroide. Cuanto más grande sea, mayor tiempo tendremos para prepararnos ante la colisión. Puesto que, a mayor tamaño, mayor facilidad para detectarlo.

dinosaurio asteroide

*Shutterstock

Hay que tener presente también que, en cualquier caso, el panorama cambia si hubiese una amenaza inminente de impacto. Supongamos que un asteroide pudiese chocar con nuestro planeta en 30 años. Gran parte de los esfuerzos en muchos campos de la ciencia y la tecnología pasarían a centrar su atención, inmediatamente, en esa amenaza. A día de hoy no tenemos ningún sistema que nos permita desviar un asteroide de su trayectoria.

Pero ese panorama sería muy diferente si hubiese una amenaza real. Lo realmente peligroso, a decir verdad, son los asteroides más pequeños. Fenómenos como el de Cheliábinsk pueden repetirse con mucha más frecuencia que el impacto de asteroides gigantescos como el que, hace 65 millones de años, puso fin al reinado de los grandes dinosaurios en la superficie de nuestro planeta. Además, no hay que olvidar un último detalle…

El papel de los asteroides en la vida

Es muy posible que el agua, y quizá las primeras moléculas orgánicas, llegasen a la Tierra hace 4.000 millones de años a través del impacto de asteroides que chocaron contra la superficie. Esto quiere decir que, aunque podemos ver los asteroides como heraldos de la destrucción, su papel no es meramente ése. En las primeras etapas de vida de un sistema planetario, es posible que sean un factor clave para que un planeta pueda terminar desarrollando vida.

Sea como fuere, lo importante es tener claro que no hay ninguna amenaza a corto plazo. Al menos no ninguna que suponga un peligro para la humanidad. Respecto a asteroides que puedan causar destrucción a nivel mucho más local, es más difícil saberlo. Detectarlos con el tiempo suficiente de antelación es uno de los grandes retos actuales. Al hacerlo, será posible alertar a las regiones que puedan verse afectadas.

De tal modo que, si se tratase de un fenómeno que pueda resultar similar al de Cheliábinsk, se puedan tomar las medidas oportunas. Para terminar, la web del Día Internacional de los asteroides tiene una actividad programada en estas fechas. Desde el 29 de junio al 1 de julio tendrán una retransmisión durante 48 horas. En ella, participarán diferentes científicos de todo el mundo. Así como diferentes personalidades. Todo con el propósito de profundizar en el mundo de los asteroides. Puedes seguirlo aquí.