El deshielo del Permafrost podría disparar el calentamiento global

El permafrost del Ártico se deshace debido al aumento de las temperaturas en muchas regiones del hemisferio norte. ¿Qué pasaría si se liberan los millones de toneladas de gases atrapados bajo ese suelo?

Mario Picazo

Mario Picazo

Es posible que no hayas oído hablar del permafrost, pero si alguna vez has viajado a regiones Árticas del hemisferio norte hasta es posible que en algún momento lo hayas pisado. El permafrost es una capa de la superficie terrestre que se encuentra permanentemente congelada aunque no permanentemente cubierta de hielo o nieve. Suele encontrarse en regiones muy frías como por ejemplo la tundra.

Bajo esta capa de suelo helado del ártico se acumulan billones de toneladas de compuestos orgánicos capaces de generar una inimaginable cantidad de gases de los que potencian el efecto invernadero de la tierra y aumentan la temperatura global. El CO2 (dióxido de carbono) y el CH4 (metano) son dos de los principales gases tipo efecto invernadero que pueden liberarse de estas amplias superficies heladas como es la tundra.

Capa de permafrost visible bajo el suelo en una región del Ártico.

Un estudio reciente publicado en Nature Geosience ha revelado que el permafrost del hemisferio norte se esta descongelando mucho más rápido de lo que inicialmente se había previsto hace unos años. Una vez se descongelan kilómetros y kilómetros de tundra, los gases atrapados durante millones de año en el subsuelo, pasan a formar parte de nuestra atmósfera atrapando energía y aumentando de manera considerable la temperatura del aire. Una superficie de permafrost contiene el doble de carbono que el aire y por lo tanto su liberación implica un aumento considerable de la concentración de compuestos formados por carbono como el dióxido de carbono y el metano.

Liberación de CH4 (metano) de una superficie de permafrost y de los océanos.

Los veranos más cálidos que han experimentando desde el inicio del nuevo siglo  en zonas de Rusia, Canadá o Alaska ha provocado un importante deshielo pero también la fusión de la capa de hielo subyacente que forma parte de estas superficies e incluso la de capas más profundas, que según la comunidad científica llevaban millones de años congeladas.

Hay precedentes de este tipo de acontecimientos, mencionados en algunos estudios paleoclimáticos, que hacen alusión a un periodo de elevadas temperaturas y concentraciones de CO2 hace 56 millones de años. Se cree que por aquel entonces la liberación de gases como el CO2 o el CH4 procedentes de superficies de permafrost, pudieron ser el detonante de un cambio de clima radical en nuestro planeta.

Permafrost en el hemisferio norte y zonas degradadas por el deshielo.

Otros estudios preven que a medida que aumenten las temperaturas en zonas meridionales del hemisferio norte, nos encontraremos una región Ártica con más vegetación y esa vegetación podría absorber gran parte del ese exceso de CO2 procedente del maltrecho permafrost.

Bajo las extensas zonas de permafrost en las regiones del Ártico hay una grandísima cantidad de gases atrapados capaces de acelerar el calentamiento global de la tierra.

Independiente de lo que acabe ocurriendo, lo que parece ya una realidad, es que para mediados de siglo una gran parte de los compuestos orgánicos atrapados en el permafrost del Ártico acabarán en la atmósfera provocando un aumento de las temperaturas. Si por lo menos hacemos los deberes y conseguimos reducir nuestras propias emisiones de gases invernadero, el grado de calentamiento global sería menor y así conseguiríamos reducir parte del deshielo del permafrost durante las próximas décadas.