El curioso motivo por el que las avispas se vuelven tan molestas al final del verano

A medida que se acerca el final del verano, también se acerca la temporada de avispas en busca de comida.

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A medida que se acerca el final del verano, también se acerca la temporada de avispas en busca de comida

Las cenas al aire libre y en las terrazas están teniendo un acompañante en estas últimas semanas de verano no demasiado deseado. Son las avispas, que se dejan ver más de lo que nos gustaría cerca de nosotros en esta época del año.

A pesar de las apariencias, las avispas solo tienden a alterar su vida al aire libre al final del verano. Es muy probable que la avispa que te haya molestado, por ejemplo, durante este fin de semana haya pasado el verano eliminando orugas o pulgones de tus jardines y huertos.

No hay que olvidar que las avispas son controladores de plagas de la naturaleza: sin las avispas, necesitaríamos usar mucho más pesticida para mantener nuestras verduras y frutas sanas. Además, las avispas son también enemigos naturales de otros insectos (incluso más molestos que ellas).

¿Auténticas ‘drogadictas’?

Las avispas son cazadoras y trabajadoras. A mediados del verano, su propósito es proporcionar proteínas al resto de avispas de la familia. Son un engranaje estéril impulsado por la evolución para transmitir sus genes al criar hermanos. Por lo general, la proteína que caza son otros insectos (orugas de jardín o moscas). Ella trae presas a la colonia donde hay miles de avispas para alimentar.

Puede masticar un poco a la presa (y quizás ingerir algo también) antes de dársela directamente a una larva, pero la mayor parte de la proteína va a los bebés. A cambio de su arduo trabajo, la larva le dará una secreción azucarada rica en carbohidratos. Se cree que este es el principal modo de nutrición de las avispas obreras adultas. 

Las avispas por tanto se mantienen gran parte del verano alimentando a estas crías. Y aquí lo curioso, como auténticas drogadictas, se enganchan a las secreciones azucaradas de los labios de las crías. De ahí que se vuelvan más nerviosas en esta época del año buscando proteína que les llevará a conseguir esa recompensa.


Contenido publicado por Seirian Sumner , profesor de ecología del comportamiento, UCL. Este artículo se ha publicado en The Conversation bajo una licencia Creative Commons. Lea el artículo original .