¿Cómo se producen los aludes?

¿Por qué y cómo se producen los aludes o avalanchas de nieve?

Javier Vegas

Javier Vegas

Todos los inviernos se producen varias muertes en zonas de montañas provocadas por aludes o avalanchas de nieve. Sin ir más lejos, este fin de semana han fallecido seis personas por un alud en los Alpes franceses, mientras que en el Pirineo ha habido dos heridos tras un serie de avalanchas.

Cuando vamos a la montaña de excursión o a esquiar vemos a menudo carteles y avisos con peligro de aludes. Casi todos sabemos lo que son, sin embargo, en muchos casos desconocemos cómo se forman. Con un poco de conocimiento podremos enfrentarnos mejor a ellos y sobre todo, prevenirlos.

Un alud es una masa de nieve que cae a gran velocidad ladera abajo, llevándose todo lo que tiene por delante. La velocidad del desplazamiento suele oscilar entre 50km/h y 300 Km/h y también se le conoce como avalancha.

Se puede producir por muchas causas, que pueden ser internas o externas. La causa interna más común es cuando el manto de nieve no es homogéneo y el propio peso de la nieve facilita que se deslice. Por otro lado, los aludes pueden desencadenarse debido a un accidente, como por ejemplo la caída de un árbol o rocas.

La temperatura es un factor muy importante para medir el riesgo de aludes. Un aumento importante de la temperatura reduce la consistencia de la nieve, aumentando la probabilidad de aludes durante las tardes, sobre todo, en zonas donde le ha pegado el sol todo el día. La lluvia también es causa de aludes. Cuando hay mucha nieve en el terreno y se moja la capa de la superficie, el peso aumenta, por lo que esa capa es más propensa a deslizarse y arrastrar una gran cantidad de nieve.

Una vez sabemos como se produce un alud, es importante saber el riesgo al que nos exponemos cuando vamos a la montaña. Existe una escala del 1 al 5, de menor a mayor riesgo. A partir de 3 existe un riesgo notable, y los esquiadores deben evitar salir fuera de las pistas balizadas. En las estaciones de esquí es muy común provocar aludes mediante explosivos cuando no hay gente y así evitar acumulaciones de nieve. Si hacemos caso a las señales y tenemos sentido común, podremos disfrutar de la montaña sin riesgo de terminar sepultados.

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