Cómo actuar ante una picadura de garrapata

Las mordeduras de estos insectos son un importante transmisor de enfermedades que en ocasiones pueden resultar mortales.

Pablo Ramos

Pablo Ramos

Las mordeduras de estos insectos son un importante transmisor de enfermedades que en ocasiones pueden resultar mortales

VÍDEO: QUÉ SON Y DÓNDE ESTÁN LAS GARRAPATAS

La semana pasada un hombre falleció por la picadura de una garrapata en Ávila. Este arácnidos le provocó la fiebre Crimea-Congo (FHCC), un virus cuya principal vía de transmisión es la picadura de la garrapata del género Hyalomma y que según la Consejería de Sanidad de Castilla y León pudo producirse tras acudir a una actividad cinegética en Extremadura.

Una garrapata

Este trágico suceso es sólo el último ejemplo de la gravedad de las enfermedades que pueden transmitir estos artrópodos. Unos arácnidos que además, tal y como recuerdan los expertos, son más numerosos que otros años y que sus picaduras pueden ser un riesgo para la salud humana.

Para evitar estos riesgos, debemos extremar las precauciones. Cada vez que vayamos al campo, disfrutemos de actividades al aire libre o incluso hayamos disfrutado de nuestro tiempo de ocio en zonas ajardinadas, es conveniente dedicar unos minutos a observar si tenemos algún insecto o garrapata por nuestra piel, especialmente en las zonas que más hayan podido entrar en contacto con la vegetación. Las piernas, los calcetines y los muslos, si nos hemos sentado, son las áreas del cuerpo más comunes en las que se sitúan estos arácnidos.

Sólo un pequeño porcentaje de picaduras de garrapata derivan en complicaciones

Además, si nos hemos tumbado, también es conveniente palpar la cabeza y el cuello para asegurarnos de que no hay ningún parásito. Un proceso que deberemos repetir también con las mascotas para evitar llevarnos estos insectos a casa.

Infografía-garrapatas

Consejos para quitar una garrapata

En esta exploración si encontramos alguna garrapata, debemos tener en cuenta el estado en el que se encuentra.  En el caso de que el insecto aún no ha mordido, procederemos a su retirada con un papel o un trapo. Si por el contrario la garrapata ya ha picado y está enganchada a nuestra piel debemos extraerla inmediatamente.

Este proceso se realizará con unas pinzas de punta roma, cogiendo lo más cerca posible de la cabeza al insecto, con firmeza pero sin apretar demasiado para eliminar la garrapata por completo. Hay que tirar del parásito de forma constante y lenta para conseguir extraer también la cabeza que tendrá introducida en nuestro cuerpo. Con las pinzas en paralelo a la piel para aumentar la superficie de agarre sobre el insecto. Si no tenemos a mano unas pinzas, podemos quitarla con un trapo o papel, nunca con los dedos desnudos.

Una vez extraída la garrapata, hay que limpiar y desinfectar bien la zona con agua y jabón u otros elementos asépticos. En ocasiones es conveniente guardar el artrópodo en un tarro. Con esta medida, si la persona que ha sufrido la picadura enferma en las semanas próximas, podremos utilizar este insecto para que los médicos sean más rápidos en el diagnóstico y comenzar el tratamiento lo antes posible.

Riesgos y posibles enfermedades

A veces, durante la extracción, la garrapata se parte y queda bajo la piel la cabeza. Si esto ocurre, es necesario acudir a un centro sanitario para que eliminen los restos del parásito y limpien adecuadamente la zona.

Si no tenemos a mano unas pinzas, podemos quitarla con un trapo o papel, nunca con los dedos desnudos.

En todo este proceso los expertos desaconsejan quemar la garrapata, extraer el insecto a base de retorcimientos y utilizar aceites, alcoholes u otras sustancias cuando la garrapata aún está mordiendo la piel.

A pesar del fallecimiento de este hombre, desde el Ministerio de Sanidad recuerdan que solo un pequeño porcentaje de picaduras de garrapata derivan en complicaciones y estas suelen ser enfermedades infecciosas, reacciones alérgicas o neurotoxicidades.

Según el documento Guía de actuación ante picadura de garrapata, las enfermedades más frecuentes en España por estos parásitos son la fiebre botonosa o exantemática mediterránea, la enfermedad de Lyme y Debonel/Tibola. Otras menos frecuentes son la anaplasmosis humana o la babesiosis y de forma esporádica tularemia y fiebre de Crimea-Congo.