Cambio climático y carne: lo que la ciencia ha demostrado

Una gran parte de la comunidad científica apoya una transición hacia una dieta con menos carne roja y mas verduras, frutas y legumbres. Esta es la razón.

Mario Picazo

Mario Picazo

Los expertos dicen que comer carne en exceso puede ser perjudicial para la salud y, además, potenciar el cambio climático. Estos son los estudios que lo avalan

La ciencia lleva décadas defendiendo la necesitad de cambiar algunos hábitos alimentarios con el fin de reducir el impacto que algunas actividades como la ganadería intensiva tienen sobre el clima terrestre. Una de las principales, y que siempre ha causado gran revuelo en el sector alimentario, implica la reducción del consumo de carnes rojas. 

Un buen número de expertos en clima y nutrición apoyan las ideas que desde hace años reflejan varios informes científicos de la OMS (Organización Mundial de la Salud) y del IPCC (panel de Expertos en Cambio Climático de la ONU). Según los datos publicados, en el apartado de nutrición, el consumo de carne roja está relacionado con algunos tipos de cáncer. Por otra parte, la ganadería intensiva que la produce tiene una elevada huella de carbono que amplifica el cambio climático humano.

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Los científicos que respaldan este último punto llevan años abogando por una dieta que se base más en alimentos de origen vegetal. Marta Rivera, científica del CSIC y experta en alimentación y sostenibilidad, apoya la reducción del consumo de carne roja por varias razones. Su producción intensiva va ligada a la deforestación, el uso de fertilizantes y la práctica de monocultivos, todas prácticas que desestabilizan el clima terrestre y la biodiversidad.

No se trata de eliminar por completo algunos alimentos que muchos disfrutamos y de los que vive un importante sector de la población. La fórmula secreta pasa por encontrar ese equilibrio entre alimentación, salud y medio ambiente.

Aunque la quema de combustibles fósiles derivada de la industria o el transporte contribuye con un mayor volumen de gases de efecto invernadero, la agricultura, la deforestación y otras prácticas que implican el uso del suelo no se quedan cortas. Son prácticas que producen cerca del 25 por ciento de las emisiones y además ponen en peligro numerosos ecosistemas del planeta. 

Reducir el consumo de la carne roja, o también el de otros alimentos que pueden ser poco favorables para la salud o amplificar el cambio climático, no implica eliminarlos de raíz. Además, hay otras formas de obtenerlos y consumirlos sin que el impacto sea tan grande. 

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No hay dieta ideal para todos, pero si una recomendable basada en mas verdura, frutas y legumbres y menos carne roja y azúcares. Se publicó en la revista científica The Lancet hace ya un par de años y ha servido de guía para un buen número de sectores que buscan soluciones palpables. 

La ganadería extensiva, aquella que por regla general se práctica en grandes terrenos, es más sostenible. El hecho de que los animales correteen libremente permite limpiar el monte, reducir el riesgo de incendios y a la vez ayudar a reducir la huella de carbono. 

En España consumimos de media 1 kilo de carne por semana, pero la OMS recomienda no pasar de 500 gramos

La OMS pone como límite aconsejable, el consumo de 500 gramos de carne semanales. La Agencia Española de Seguridad Alimentaria recomienda entre 200 y 500 gramos, aunque los españoles ingerimos de media 1 kilo. 

Al ritmo al que crece la población hoy, y al que crecerá en un futuro, necesitamos plantear urgentemente un nuevo modelo de alimentación adaptado a cada región del planeta. No se trata de eliminar por completo algunos alimentos que muchos disfrutamos y de los que vive un importante sector de la población. La fórmula secreta pasa por encontrar ese equilibrio entre alimentación y medio ambiente. Que sea saludable para nuestros cuerpos pero también para el planeta. 

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