Calefacción y coronavirus: ¿cómo puede influir? Hablamos con expertos

La climatización de los edificios y hogares puede ser un factor de riesgo para la propagación del coronavirus y la COVID-19 si no se realiza de forma adecuada.

Pablo Ramos

Pablo Ramos

La climatización de los edificios y hogares puede ser un factor de riesgo para la propagación del coronavirus y la COVID-19 si no se realiza de forma adecuada. 

La llegada del frío, las bajas temperaturas y las precipitaciones del otoño y el invierno hace que las personas pasen mucho más tiempo en espacios cerrados que para conseguir ambiente de confort recurren a la climatización. Pero debido a la pandemia actual, ¿cómo puede influir la calefacción en la propagación del coronavirus en lugares como viviendas, edificios u oficinas?

En este sentido, lo primero hay que destacar es que es que sea cual sea el sistema de calefacción que climatice el edificio se debe procurar ventilar los espacios cerrados de forma frecuente.

“Hay que evitar que el aire circule y no se renueve. Lo principal es intentar que la dirección del aire en un espacio cerrado no sea circular y procurar que haya una renovación del aire. La idea es renovar lo máximo posible el ambiente de una sala”, apunta a Eltiempo.es José Antonio López Guerrero, profesor titular de microbiología y director del grupo de Neurovirología de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM).

Una ventilación insuficiente puede aumentar el riesgo de exposición al coronavirus

En este aspecto, muchos sistemas actuales recurren a circuitos de recirculación del aire para calentar o enfriar un espacio lo que puede incrementar las posibilidades de propagación del coronavirus.

“Es imperativo que cambiemos el chip. Los espacios interiores son el último sitio en el que deberíamos quitar la mascarilla”, destaca López. 

Adaptación de sistemas y costumbres

De este modo y ante la llegada del frío, se va a requerir una adaptación de los sistemas de calefacción, con modelos que renueven el aire y que introduzcan filtros capaces de eliminar virus y bacterias, para minimizar la propagación. 

Pero también de las costumbres ya que hay que tener en cuenta que se debe pasar más tiempo al aire libre o en espacios ventilados a pesar de la llegada de las bajas temperaturas con el objetivo de reducir las posibilidades de exposición al coronavirus. Una exposición que según las últimas evidencias científicas se produce principalmente por vía aérea por las gotículas y aerosoles producidos al hablar, toser, o estornudar por parte de una persona contagiada. 

Maximizar la ventilación y mantener las temperaturas es un equilibrio difícil de lograr

“Se debe ventilar antes, durante y después de las visitas en casa y en oficinas y lugares cerrados como colegios, incluso se está proponiendo hacerlo durante las clases.  Y si se abren las ventanas, no abrir las puertas para evitar generar una corriente que traslade el virus de manera interna por el edificio”, explica este experto.

Sistemas de climatización en alerta 

Es más, un reciente estudio detalla que los sistemas de climatización de muchos edificios de oficinas modernos están diseñados para mantener las temperaturas cómodas y aumentar la eficiencia energética. Sin embargo, estas características durante una pandemia como la actual, puede aumentar el riesgo de exposición y propagación del coronavirus, de manera destacada durante el invierno. 

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“Los pequeños aerosoles respiratorios que contienen el coronavirus pueden transportarse junto con el dióxido de carbono producido por la respiración y afectar a diversas habitaciones o espacios por los flujos de ventilación. Por ello, una ventilación insuficiente puede conducir a una alta concentración de dióxido de carbono, lo que a su vez podría aumentar el riesgo de exposición al virus”, detalla Paul Linden del Departamento de Matemáticas Aplicadas y Teóricas de la Universidad de Cambridge, autor principal de la investigación. 

Según los expertos, comprender el papel de la ventilación es fundamental para estimar el riesgo de contraer la COVID-19. Así, se pueden tomar medidas que ayuden a disminuir su propagación, más aún de cara al invierno, cuando las personas pasan más tiempo en espacios cerrados.

«Maximizar la ventilación y, al mismo tiempo, mantener las temperaturas a un nivel agradable sin un consumo excesivo de energía es un equilibrio difícil de lograr», advierte Rajesh Bhagat otro de los autores del estudio. 

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