Cachorros radiactivos de Chernóbil que NO puedes acariciar

Alrededor de 1.000 perros radiactivos campan a sus anchas por los alrededores de Chernóbil, poniendo en peligro a las personas que todavía viven. 

Javier Vegas

Javier Vegas

Alrededor de 1.000 perros radiactivos campan a sus anchas por Chernóbil, poniendo en peligro a las personas que todavía viven.

Cerca de un millar de perros se mueven alrededor de Chernóbil, donde hace 30 años se produjo el mayor accidente nuclear que se recuerda. Estos animales conviven con las pocas personas que desafían al peligro, y es que la radiación todavía está muy presente.

A los científicos, trabajadores del nuevo sarcófago de la central nuclear, o a las pocas personas que han decidido no abandonar su hogar, se les ha unido la fauna local.

Lobos, caballos o perros campan a sus anchas por los alrededores de los reactores sin que nadie se preocupe por la seguridad.

A pesar de que todo tuvo que ser abandonado en Chernóbil, muchos ancianos se negaron a dejarlo todo y abandonar su hogar, alimentando a sus mascotas para posteriormente procrear. Los canes se han multiplicado, llegando incluso a una cifra aproximada al millar, y provocando el caos entre la población.

Hay evidencias de que muchos perros se han cruzado con lobos (ambos radiactivos), facilitando la transmisión de enfermedades al no haber sido tratados por un veterinario.

La organización no gubernamental estadounidense Clean Futures ha lanzado una campaña para que la zona cuente con un equipo de especialistas que esterilicen a los perros y eviten que se reproduzcan.

Además, se pretende que los perros de Chernóbil sean vacunados, limpiados y protegidos de enfermedades que, como la rabia, pueden ser trasmitidas a los trabajadores.

Una organización no gubernamental busca dar hogar y tratar a los perros radiactivos

Los perros, que campan a sus anchas, se restriegan con las hierbas y el ambiente contaminado de Chernóbil. Aunque no se ha medido la cantidad de radiación que hay en su pelaje, el peligro es real, impidiendo a los habitantes y trabajadores quedarse con los cachorros.

Ahora el objetivo es crear un refugio permanente que pueda tratarlos y darles un hogar del que ahora carecen. No hay que olvidar que la radiación provoca una muerte invisible y silenciosa, que pese al paso de los años, todavía está muy presente.

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