Picos de alergia en invierno: el papel de la contaminación

La virulencia de los síntomas de alergia de cupresáceas y otros pólenes del invierno se ven agravados por los altos niveles de contaminación.

Pablo Ramos

Pablo Ramos

A pesar del frío de las últimas semanas son muchas las personas que en los meses de invierno presentan alergia a pólenes. Una sintomatología provocada especialmente por cupresáceas o cipreses. De hecho, muchas provincias ya presentan unas altas concentraciones de polen en el aire de este tipo de plantas, tal y como se puede consultar en la sección de polen de Eltiempo.es.

“El polen de los cipreses y las arizónicas se ha convertido en la principal causa de alergia durante el invierno en gran parte del país”, detalla a Eltiempo.es el doctor y experto alergólogo Javier Subiza.

zonas más afectadas por el polen

Una polinosis de cupresáceas que en el año 1995 afectaba únicamente al 20% de la población pero que se ha disparado en las últimas décadas. “Su importancia ha ido aumentando de tal manera que en la actualidad afecta casi el 50% de los pacientes con polinosis de Madrid”, detalla Subiza.

Según las estimaciones de los últimos estudios, la concentración de polen de cupresáceas se ha multiplicado por cinco en los últimos 38 años.

No solo hay que tener en cuenta la concentración de polenes, también la de contaminación.

Esta mayor polinosis se debe principalmente al cambio climático y al aumento de la temperatura. Lo que ha provocado que los inviernos sean cada vez más calurosos y se generen altísimas concentraciones de este tipo de pólenes.

“Por culpa del calentamiento global estamos teniendo inviernos más suaves por lo que los árboles sueltan el polen durante más tiempo». Esto produce que cada vez veamos más pacientes alérgicos a pólenes. «El cambio climático no está saliendo gratis de cara a la alergia”, asegura Subiza.

Alergias a pólenes y contaminación

No obstante, la temperatura no es el único factor que influye en la prevalencia de las alergias. Los gases nocivos también tienen una gran importancia. “La contaminación influye en la virulencia y en las cantidades del polen. De hecho, hay años en los que, debido a la contaminación, los síntomas de alergia son extremadamente altos y coincide con altos niveles de polución”, subraya el doctor.

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En este sentido, una situación anticiclónica duradera, con concentraciones moderadas de polen y altos niveles de contaminación, puede provocar importantísimos cuadros de alergia. “Por ejemplo, el dióxido de nitrógeno incrementa muchísimo la alergenicidad de los pólenes y sobretodo la contaminación particulada de los coches diesel que puede multiplicarla por 27”, estima Subiza.

El dióxido de nitrógeno incrementa muchísimo la alergenicidad de los pólenes

Además, la exposición a estos agentes nocivos también afecta al número de afectados, no solo a su intensidad. “La contaminación ataca en muchos frentes haciendo que el polen sean más alergénico y produciendo más síntomas pero también provoca que los ciudadanos nos hagamos más susceptibles a desarrollar una alergia o determinado tipo de polen”, recalca.

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Según las estimaciones de este experto, aquellos pacientes que residen cerca de un núcleo importante de contaminación, como una carretera de tráfico intenso tienen tres veces más prevalencia de alergia que los ciudadanos que viven a varios kilómetros del núcleo contaminante cuando en ambos lugares las concentraciones de polen son las mismas.

“La contaminación puede incrementar la sintomatología de la alergia y también favorecer que los ciudadanos se vuelvan alérgicos a un determinado tipo de polen”, asegura Subiza.