La historia de amor de los planetas y sus lunas

La Luna parece ser el aliado incondicional de los enamorados en la Tierra.

Jorge Robles

Jorge Robles

La Luna parece ser el aliado incondicional de los enamorados en la Tierra

Hay algunos asuntos en torno al amor y la astronomía que pueden tener su «gracia». Habría que estudiar por qué la Luna parece ser el aliado incondicional de los enamorados… y un regalo de lo más socorrido cuando llegan fechas de celebración.

Pero esto es así en la Tierra. ¿En el resto de los planetas del sistema solar funciona que un Romeo le baje, regale, ofrezca, componga poemas o se cuelgue de la Luna para agradar o enamorar a su Julieta? ¿El binomio amor-luna resulta igual de jugoso?

Mercurio, un planeta sin lunas

Vaya, empezamos mal. Mercurio es el planeta más caliente, el más cercano al sol y esto hace que le cueste muchísimo competir con la gran masa del astro rey para atrapar ningún tipo de satélite. Al pequeñín del Sistema Solar solo se le conoce un amago de luna.

El 27 de marzo de 1974 se detectó una radiación ultravioleta que no debía de estar allí y que hizo pensar en una luna. Falso, pronto desapareció esa radicación y la sonda Mariner10 no llegó a detectar ningún satélite. El Romeo mercuriano mejor que dedique sus poemas al Sol.

Venus, el planeta de las casi lunas

Tampoco encontramos luna en Venus. Aunque entre sus Romeos circula la leyenda de que hace millones de años un gran meteorito chocó contra Venus, eyectando al espacio la suficiente materia como para crear una pequeña luna de “escombros”.

Pero 10 millones de años más tarde un segundo meteorito impacto contra Venus de forma tan intensa que invirtió su rotación y atrajo a la luna hasta absorberla por completo. Historia de atracción y muerte. Bastante Montesco y Capuleto.

La Tierra, el planeta fiel

Un planeta, una luna, monogamia. No habitual en el resto del Sistema Solar. Aprovechad Romeos terrícolas.

Marte, dos lunas tipo pedrusco

Deimos y Phobos son las pequeñas lunas de Marte. Bueno o los satélites que mantienen órbitas alrededor del planeta rojo. Su forma se acerca más a la de un par de patatas que a nuestro redondeado ideal de luna.

Un consejo, Romeo, si asocias amor eterno y luna hazlo con Deimos, la más pequeña y alejada. Phobos cada siglo se acerca unos 9 metros a Marte, así en unos 40 millones terminará siendo solo un enorme cráter marciano.

Júpiter, ¿luneando por encima de sus posibilidades?

Romeo, “te bajo la luna”; Julieta, “¿cuál?”… 67 lunas “homologadas” y al menos 16 satélites irregulares que pululan alejados de este gigantesco  planeta y que aún no tienen ni nombre. Ojo que alguna de estas 67 lunitas oficiales aún se le conoce con apodos del tipo S/2003 J 16. Vamos, que hay lunas para asociarlas a sentimientos del tipo “que maja”, “bonita voz” o “que bien combina la ropa”.

Pero si hablamos de amor verdadero debemos de centrarnos en las cuatro lunas Galileanas, descubiertas por Galileo Galilei en 1610, que concentran más del 99,99% del total de la masa lunar de Júpiter. Por tamaño se trata de casi planetas con características muy peculiares.

Io es la galileana más cercana a Júpiter, muy densa y en proporción es el objeto conocido del sistema solar con menos cantidad de agua. Europa, más pequeña pero con grandes probabilidades de albergar vida, incluso se cree que tiene un océano subterráneo de agua líquida.

Ganímedes, el satélite natural más grande del Sistema Solar y el único que presenta campo magnético propio. Y Calisto, que como nuestra Luna tiene rotación sincrónica (coincide su periodo de rotación y su periodo orbital, mostrando a Júpiter siempre la misma cara).

Saturno, anillos y lunas

Los Romeos de Saturno van con pies de plomo. Imposible no medir tus palabras si en una frase que utilizas las palabras amor y luna tienes que incluir casi forzosamente el término “anillo”.

La luna por excelencia es Titán, otro casi planeta más grande que Mercurio y solo un poco más pequeño que Ganímedes, compuesto de hielo y roca presenta una densa atmósfera de nitrógeno y un clima que puede parecerse al de la Tierra.

Orbitando a Saturno hay otras siete lunas medianas y heladas, Mimas, Encélado, Tetis, Dione, Rae, Hiperión y Jápeto, descubiertas todas a golpe de telescopio. Seguro que los Romeos de estas tierras pueden asignar distintas cualidades del amor a cada una de estas lunas. Ya os digo que son muy expertos.

Y así hasta completar un total de 62 lunas conocidas, aunque ya de pequeño tamaño. Algunas de ellas están dentro de los anillos, “limpiando” regiones como es el caso de Pan o Dafne. Otras son lunas “pastores” (como Prometeo y Pandora) que ayudan a modelar estos mismos anillos.

Hay lunas o satélites “troyanos” que se mueven 60º delante o detrás de las lunas medianas (Helena y Pollux son troyanos de Dione).  Hay confusas lunas coorbitales que comparten órbitas (Jano y Epimeteo) y un gran número de lunas irregulares que ya se mueven a una distancia considerable de Saturno.

Urano, anillos menos conocidos y lunas sin atmósfera

Urano es como el hermano pequeño de Saturno. De color azul verdoso por la presencia de metano en su atmósfera, también presenta anillos pero menos vistosos, lo que hace que los aspirantes a Romeo estén algo más relajados. Ademá,s se trata de amantes menos latinos, más “británicos”, los nombres de sus 27 lunas, que carecen de atmósfera, no pertenecen a la mitología griega o romana sino que están inspirados en las obras de Shakespeare y Pope.

Las grandes lunas “clásicas”, descubiertas antes de la era espacial, son Miranda, Ariel, Umbriel, Titania y Oberón. Aunque la debilidad de estos Romeos es Puck, una luna interior de apenas 160 kilómetros de diámetro y órbita casi perfectamente circular que fue descubierta por el Voyager 2. Es una luna gris, oscura y repleta de cráteres y misterio.

Neptuno, una catorcena de lunas te observan

Sí. Neptuno tiene 14 lunas conocidas, pero 13 de ellas son muy poco atractivas. Son pequeñas e irregulares y, aunque las seis interiores (las más cercanas a Neptuno) al menos presentan órbitas circulares que avanzan en el sentido correcto, las siete más externas tienen órbitas elípticas y encima retrogradas. Vamos, que circulan en sentido contrario a la rotación del planeta.

La existencia de órbitas retrogradas sugiere que estas lunas no se han formado con Neptuno, sino que han sido capturadas por se gravedad.

Estas lunas vienen a ser un quebradero de cabeza para los nórdicos Romeos neptunianos. Menos mal que pueden componer esplendidas odas a su luna principal, Tritón, que asumen casi la totalidad de la masa lunar de Neptuno.

Es la luna más grande del Sistema Solar que tiene una órbita retrograda, aunque al menos es bastante circular. También se trata de uno de los cuerpos más fríos de esta esquina del universo, en su superficie la temperatura es de -235ºC, tan solo 38ºC por encima del cero absoluto.

Además, tiene atmósfera (compuesta sobre todo por nitrógeno, metano y monóxido de carbono), actividad geológica (las visitas a sus géiser de nitrógeno líquido están muy cotizadas) y un contenido de agua helada que  oscila entre un 15 y un 35%. ¿Tritón on the rocks?

Plutón, superluna y caos amoroso

Y acabamos con Plutón, al que sigo considerando el noveno planeta, en parte por mi educación clásica y en parte porque me parece un planeta fascinante. Plutón mola.

Plutón en un planeta enano, mucho más pequeño que las grandes lunas de sus hermanos mayores. Pero en proporción tienen una superluna, Caronte, que tiene casi un 12% de la masa de Plutón.

De hecho, entre los dos forman un sistema binario, es decir, orbitan alrededor de un punto (el centro de masa) que no está contenido en ninguno de los dos planetas, aunque con el tiempo se ha ido frenando la rotación de ambos cuerpos y resulta que Plutón y Caronte siempre se muestran la misma cara el uno al otro. Qué gran fuente de inspiración para los Romeos de Plutón y para los de Caronte.

Pero es que además este sistema tiene otras cuatro lunas menores afectadas por un campo gravitatorio que está en continuo cambio. Si vives por ejemplo en Nix, una luna ovalada con un eje de giro inclinado más de 130º y que gira en sentido contrario al que debería, el sol saldrá un día por el este, otro por el oeste y algunos días ni siquiera llegará a elevarse en el horizonte.

Si habitas Hidra, la luna más lejana, tendrás que anclarte a su superficie, ya que gira sobre sí misma a tal velocidad que la fuerza centrífuga estará a punto de echarte a volar. Estigia y Cerbero también son raritas. Me encanta Plutón.

Romeos del universo, seguid cantando a las lunas.